Con tanta ley en barbecho, otras a medio proclamar y otras tantas en proceso de negociación para que salgan lo más aparecido posible a la intención original, se suelen olvidar otras que se supone están en plena vigencia, aunque no las aluda nadie, ocupados todos nosotros con pasar el mes sin mayores catástrofes.
En este caso, ante la cercanía cada vez más cercana de juntar la ficción con la realidad, es conveniente traer a colación las leyes robóticas. Efectivamente, con clara visión de la realidad por venir el escritor de ciencia ficción, Isaac Asimov, escribe las tres leyes robóticas, que son, en comparación con las macarrónicas y farragosas leyes actuales, de cristalina redacción y evidente significado.
Primera ley: un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño; segunda: un robot debe hacer o realizar las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entran en conflicto con la 1ª; Ley Tercera: un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la 1ª ó la 2ª Ley.
Algo no está funcionando como es debido, entre los años 2000 y 2013 ya se han contabilizado 144 fallecidos por accidentes que involucran a robots quirúrgicos, según un estudio realizado por la Agencia de Alimentos y Medicamentos de EE.UU, en el seguimiento de 1,7 millones de operaciones robóticas, realizadas en ese período, Sin embargo, hasta ahora no se había realizado ninguna investigación que profundice en los riesgos asociados, por accidentes varios.
En términos relativos, los accidentes son poquísimos, pero por algo se empieza, más vale la pena desempolvar las leyes del viejo y anticipativo Isaac.
PROCOPIO