
Bastante tarde para un problema viejo, pero algo es algo; sólo en 1998 se llevó a cabo la Primera Conferencia Internacional de la Eficiencia Energética, en Austria, en una conferencia donde se postulaba atacar el uso abusivo de combustibles fósiles e impulsar el uso de fuentes de energía renovable.
A la asamblea asistieron más de 350 expertos en diferentes áreas ambientales en representación de las compañías líderes mundiales y 50 autoridades gubernamentales, con el propósito de invitar a la comunidad a recapitular sobre el consumo de la energía y el estilo de vida actual en el marco de una época que empezaba a denunciar gradualmente una crisis de los recursos naturales.
Recientemente, el nuevo gobierno francés ha declarado que de aquí a pocos años se prohibirá en su territorio la circulación de los vehículos con ese tipo de combustibles; se levanta en Europa la primera tarjeta amarilla. Ya es hora que algunos reconozcan que el hombre es para el planeta una suerte de enfermedad de la piel, que si hubiera justicia en la galaxia hace rato que algún dispositivo natural se habría encargado de eliminar nuestra especie, mediante un sencillo proceso de autorregulación planetaria, un episodio de violenta y radical limpieza para sacarse de encima esta categoría de bichos que insisten en pasar por encima de todos los otros de la fauna, destruir la flora y de paso encargarse de abusar con todos y cada uno de los recursos del planeta.
Tenemos que cambiar de conducta, comprometernos a hacer algo, para defender la tierra, un planeta viejo que ha tenido la buena voluntad de acogernos y que seguramente le gustaría seguir vigente, lleno de vida, a pesar de tener sobre la piel esta invasiva e irreflexiva plaga.
PROCOPIO