Lampard marcó un golazo a Alemania el 2010 y el árbitro no cobró, pensando que había pegado en la línea. El fútbol mundial pedía a gritos que ingresara la tecnología a este deporte.
Como la revisión del básquetbol, como el Ojo de Halcón en el tenis. El fútbol se quedaba en el pasado, tenía jugando a sus niños en Atari y se negaba a una evolución evidente. De todas formas, también queda un puñado de románticos que siempre se niega, pero seguramente usa whatsapp mientras sus viejos le dicen que en otros tiempos todo era más lindo, que la gente se miraba a los ojos.
Abusar de la tecnología deshumaniza, pero saber usarla ayuda muchísimo. No hacerlo es comportarse como el jefe retrógrado que impide que sus empleados usen Facebook en la pega porque “se meten pa puro sacar la vuelta”. Nadie duda que pagar con tarjeta es mucho más cómodo que andar con las monedas en el bolsillo, pero –insisto- hay que aplicar los avances correctamente o nos transformamos en robots o idiotas. O, pero aun, podemos quitarle la magia a una disciplina que viene del barrio y tiene esencia popular.
Ayer Herrera salió mal una vez, muchos se burlaron por redes sociales, pero igual no fue tema. Nos perdimos cinco o seis goles, Alexis arregló el partido jugando media hora y a media máquina, Vidal alcanzó la marca de goles de Leonel Sánchez y Vargas la de Zamorano, pero este partido será recordado como el día que celebramos un gol durante dos minutos y tuvimos que volver atrás. Como si todo fuera un cassette y el árbitro tuviera el lápiz bic en su mano. Y al final del partido, Vargas anotó de nuevo y no nos atrevimos a celebrar. “Edu” tampoco. Fue rarísimo. No sé… De repente, no parecía que esto fuera fútbol.
Personalmente, me pareció hasta chistoso. Y somos frescos, porque Vargas efectivamente estaba adelantado en el “gol que no fue”. Unos dicen que “milimétricamente”, pero eso da lo mismo. Si lo marcaba un africano y lo borraban, habríamos dicho que esto de la tecnología es maravilloso, que se evitan dudas, que lo justo es justo y que si hubiésemos tenido VAR en la época de Bouchardeau le ganábamos 2-1 a Italia. El mundo evoluciona y el fútbol no puede ser siempre dos chalecos en el suelo y un grupo de amigos pateando al arco.
Habrá que acostumbrarse nomás, como ocurrió con el pase atrás al arquero sin tomarla con las manos, como meter 32 equipos en un Mundial, como la tarjeta roja que fue probada un día con Caszely o el conductor designado y no fumar en el estadio. La tecnología no es algo que deba asustar al fútbol, al contrario. Pero sí hay que incorporarla bien, que decida sin generar dudas.