En algunas ciudades del sur argentino, que han logrado por esfuerzos ya históricos, poblar sus calles de árboles, llevan de ellos un cuidadoso control, existe en relación a sus seres verdes un respeto reverencial, de tal manera que cualquier vecino no puede, así como así, podarlos o disponer de ellos a su propia conveniencia, muy por el contrario, para intervenirlos se requiere de un permiso especial del municipio, el que lo intenta empieza a descubrir porque ese procedimiento, de creciente complejidad se denomina el trámite del arbolito.

Para todo el equipo urbano, académicos, arquitectos, ingenieros, representantes de empresas y ambientalistas participan- como en algunas comunidades mexicanas que tienen un Plan Maestro Municipal de Infraestructura Verde- en la toma de decisiones en este aspecto, incluyendo esfuerzos para reforestar la ciudad de manera más eficiente y ordenada, en pro de la sustentabilidad que mejore la calidad de vida de las personas.
Para peor, como dirían los amigos del hormigón armado, consideran que es clave el papel de la sociedad, así como de los arquitectos y constructores, procurar que los diseños de construcción protejan los árboles existentes.

Concepción es una ciudad verde, se podría pensar que esta característica ahorra todo esfuerzo al respecto, pero si no se vigila a los que construyen, cada cual en lo suyo, esa condición podría perderse. Aparecen barrios nuevos, se derriban antiguas casas y en esos sitios puede olvidarse todo menos la rentabilidad, usar hasta el último metro sin dejar espacio ni para el aire. Poner atención ahora, para que más tarde no tengamos que quejarnos de lo somos y lo linda que era la ciudad antes de ser una selva de cemento.