Será cada vez más difícil sostener un gobierno central, que se haga cargo de los problemas "promedio" de la población.
Será cada vez más difícil sostener un gobierno central, que se haga cargo de los problemas "promedio" de la población.
"El desprestigio de la política" en Latinoamérica ha sido un término que ha convocado a prominentes centros de investigación para su análisis y uno que impactó en el devenir de los países. Chile no fue la excepción. El término se instaló en el discurso de importantes personalidades. Se convirtió en tema obligado en los medios de comunicación y en tema de análisis de insignes opinólogos del acontecer nacional.
Sin embargo, la evolución del número de partidos políticos da cuenta de una realidad diametralmente opuesta. De acuerdo a los registros del Servel, a la fecha, existen 34 partidos políticos constituidos, 4 en formación, 27 con la inscripción caducada y 3 con la solicitud de inscripción rechazada. Es decir, con distinto grado de éxito, se han registrado 68 solicitudes de inscripción de partidos, de las cuales más del 80% se han materializado en la presente década (cuando se supone que existe un alto nivel de rechazo a la política).
El alto interés por formar partidos contrasta, además, con el bajo nivel de participación electoral de la población. En la municipal de 2016, los electores fueron 4.9 millones, de un padrón de 14.1 millones, equivalente a un 37.4% (una participación inferior a del 2013).
Si la política esta desprestigiada y la participación electoral viene en descenso, ¿cómo se explica el salto cuántico en la irrupción de partidos políticos constituidos que, sólo en el 2016, sumaron 20 nuevas agrupaciones? Un par de teorías.
Teoría del caudillaje. Cuando existe un capital electoral consolidado, se generan incentivos para liderar unilateralmente un proyecto político. Un nuevo partido, entrega la oportunidad de incorporar nuevos e incondicionales militantes.
Teoría del incentivo económico. A partir de la promulgación de la nueva ley de partidos políticos, donde se considera explícitamente su financiamiento, los proyectos individuales, que adolecían del interés para ser financiados, ahora pueden ser materializados creando un partido y accediendo a recursos.
Lo concreto es que, sea cual sea la motivación detrás del fenómeno, la evidencia muestra que los modelos de sociedad se han atomizado y será cada vez más difícil sostener un modelo de gobierno central, que se haga cargo de los problemas "promedio" de la población. Hoy en día las diferencias entre los habitantes de un mismo país, una misma región, una misma comuna, barrio y hogar, tienen sus particularidades y sus propios intereses. Al menos la "partido político manía", da cuenta de dicha realidad.