Opinión

Opinión: "Educación superior", por Jorge Porter

Por: Diario Concepción 20 de Febrero 2017
Fotografía: imagenPrincipal-6249.jpg

Jorge Porter Taschkewitz
Ingeniero Comercial

La educación superior ha estado en la discusión pública debido a la necesidad de modernizar el sector y por el proyecto de ley presentado por el Gobierno, el que a nadie ha dejado conforme.  Dicho proyecto está cruzado con más Estado, más regulación, más discriminación y más limitaciones; de calidad, flexibilidad, libertad y futuro, poco. 

El proyecto del gobierno se basa en un diagnóstico ideologizado, con fundamentos obsoletos, que no son la tendencia mundial y con poca visión del futuro que cambiará este sector en forma muy importante.

Los dos últimos años el debate sobre la Educación Superior se ha centrado en la gratuidad universal, con una posición dogmática de algunos chilenos que ni la China comunista suscribe, y en el financiamiento de ésta.

Ante recursos fiscales escasos, no se entiende el inmenso gasto que se haría en educación universitaria gratuita universal, pagando matrículas y aranceles anuales a los ricos, con tanta necesidad básica no satisfecha.  

Hasta ahora el debate no ha incorporado lo realmente importante, ¿cuál es la universidad del futuro que queremos y podremos tener? ¿Qué profesiones del futuro tan cambiantes va a atender? ¿Qué contenidos y valores deben entregar a sus estudiantes ante tanto cambio? ¿Qué tecnologías tienen ya que ir incorporando? ¿Cómo mejorarán la investigación aplicada y básica? ¿A qué redes internacionales se anexarán? ¿Qué conexión tendrán con sus comunidades?

Estudios internacionales y nacionales prospectan el futuro a corto, mediano y largo plazo de la educación superior y cómo este futuro influirá en el desempeño interno (qué enseñar y cómo hacerlo) y en el externo (para qué enseñar) de estas instituciones. 

El conocimiento está cada vez más al alcance de quien quiera tomarlo, las mallas curriculares serán cada vez más flexibles y articulables, probablemente se acortará el número de años de las carreras universitarias. En Chile, hoy tenemos más universitarios que profesionales y técnicos, debemos dar vuelta esa pirámide.

El Estado tiene su justa recompensa con los impuestos que generan y pagan todos los nuevos profesionales universitarios con sus trabajos.

Debemos deshacernos de lo que nos impide avanzar rápido en el uso de las mejores tecnologías, para poder desarrollarnos hacia una sociedad más colaborativa y enfrentar de mejor forma la implacable influencia internacional.

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