¡Fue peor que el terremoto! Esa frase la he escudado reiteradas veces por estos días, entre las personas que han visto transformarse en cenizas sus proyecciones, ante el avance voraz de un fuego que dejó nada o muy poco. En los últimos 10 años, hemos enfrentado como país terremotos, tsunamis e incendios históricos. Como país, hemos cultivado la capacidad de sobreponernos, tenemos algo en nuestra cultura que nos hace resurgir de entre las cenizas. Sobreviene fuerza, unidad y una colaboración que nos hace ser fuertes frente a las adversidades sacamos fuerzas de donde no existen salimos adelante somos capaces de levantarnos de entre las cenizas, somos un Chile fénix.
Esta imagen mitológica, representa la capacidad de las personas para reconstruirse, reinventarse, renovarse y de poder rescatar lo que siempre sobrevive. Esta renovación, significa aprender a cambiar la mirada y nos implica comenzar a hacer las cosas de una manera diferente a lo que veníamos haciendo. Significa tener la capacidad de adaptarse, en primera instancia, y en segundo lugar, una vez que se ha recobrado el equilibrio interno, hacer el análisis de las oportunidades que puede implicar este cambio. Tener la capacidad de salir de la resignación, aceptar y cambiar la mirada sobre lo que tienes o te ha ocurrido es la actitud que se necesita para actuar como el fénix.
La flexibilidad personal y la capacidad para adaptarse a los cambios es una competencia personal llamada resiliencia. Se refiere a la capacidad de adaptarse, superar las adversidades y lograr desarrollo y crecimiento personal, no obstante las desventajas del entorno. En un principio, se interpretó como una condición personal innata, luego se enfocó en los factores no sólo individuales, sino que también familiares, comunitarios y, actualmente, culturales.
Contrario a lo que podamos pensar, la fortaleza interna y la resiliencia son competencias que pueden aprenderse y desarrollarse en cualquier momento de la vida, no sólo cuando somos niños, citando al psicólogo y antropólogo Sergio González (Usach), "los países, al igual que las personas y las organizaciones, aprenden de las experiencias traumáticas y de sus consecuencias. Estos aprendizajes se convierten la mayoría de las veces en estrategias de afrontamiento y superación de la adversidad. La noción de resiliencia es la capacidad de absorber y transformar lo aversivo en conductuales útiles para la superación de los contratiempos y obstáculos. Ser resiliente implica convicción en el potencial propio".
La fuerza del ave fenix no surge desde fuera, sino desde lo más profundo de su ser, es una convicción personal que proviene desde el valor de lo que somos y el sentido que finalmente tiene nuestra vida.