Opinión

El incendio (No) más grande de la historia

Por: Diario Concepción 05 de Febrero 2017
Fotografía: imagenPrincipal-6587.jpg

Los medios repiten hasta la saciedad eso de estar frente al "incendio más grande de la historia de Chile", la gran catástrofe que sirve para vender. Nuevamente, el mismo tipo de frases irresponsables que abundaron en el terremoto de 2010, como por ejemplo "Cobquecura está con el 95% de su patrimonio destruido" o "Acabo de pasar por el centro de Concepción y está todo en el suelo", se han cambiado por "el incendio más grande de la historia" o "se está quemando más de la mitad de Chile".

La última frase es irrisoria y un niño de octavo básico debería estar capacitado para refutarla. No es el incendio más grande de nuestra historia, aunque según Conaf, estén afectadas más de 500 mil hectáreas. El gran incendio de Aysén, según estudiosos del tema, llegó a 2,8 millones de hectáreas. Sí, 2,8 millones, y duró años. Al igual que el actual, en realidad no es "un" incendio, sino miles dispersos, producto de la acción humana. 

A partir de 1928, el Estado promovió por ley la instalación de colonos chilenos y extranjeros en la zona de Aysén. En 1938 otra ley permitía otorgar títulos de dominio de hasta 600 hectáreas más 50 hectáreas por hijo, a esos colonos si ocupaban y cultivaban dichas tierras. Por supuesto la forma era quemar los bosques nativos. Estas quemas obviamente se iban a descontrolar y durarían hasta los años 40.

La catástrofe de los bosques de Aysén alteró los ecosistemas de las cuencas, generó desplazamientos de laderas de cerros y probablemente hizo desaparecer especies únicas, siendo uno de los daños al planeta más grande producidos por el hombre en el siglo XX. En Chile, es sólo comparable con la quema intencional de la Araucanía, luego de su incorporación al Estado a fines del siglo XIX, con el mismo fin de despejar terreno para la agricultura de los llamados colonos.

Si atendemos a los reales expertos en temas de incendios, el actual sí se transformará en el más grande de la historia si el próximo año, y en los sucesivos, no se controlan a tiempo los 5.000 incendios anuales de la temporada estival, o la tecnología disponible no se actualiza a su nueva voracidad en contexto de mayores temperaturas y escasez de napas subterráneas.

Por último, es relevante señalar que un suelo incendiado, muy lejos de ser uno degradado, es alto en fertilizantes y por tanto de alta productividad. La ceniza es un abono ancestral. La abundancia de cenizas de incendios fue el gran impulsor de la productividad triguera en la Araucanía durante fines del siglo XIX.

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