En estos momentos de desastres y desgracias es cuando los chilenos más nos unimos. Aflora y se muestra el país real, ese que llevamos en el corazón, el de la solidaridad, del esfuerzo y de la sinceridad. Ese país que por algún motivo no mostramos todos los días, ¿qué no nos permite hacerlo?
En mi opinión.
De tanto en tanto, en el país tenemos desastres y catástrofes naturales y no tan naturales, poco aprendemos de ellas. Somos una sociedad con algo de memoria, con poco reconocimiento de las experiencias, y menos acumulación del conocimiento.
Las instituciones poco responden y no rinden cuenta cuando son exigidas algo más allá de su burocracia rutinaria, salvo honrosas excepciones.
Quedan al descubierto, con actuaciones mediocres, parciales, poco profesionales y gestionadas desde la ignorancia y la desconfianza. Mientras sigan soslayando ésto, es difícil mejorar y tener instituciones de excelencia.
Increíbles reacciones tardías, poco pensadas y arrogantes, como lo ocurrido con el avión ofrecido por una chilena radicada en el extranjero. Teniendo varios incendios descontrolados, los burócratas que toman decisiones se dan el lujo de opinar negativamente de este recurso ofrecido, sin conocerlo.
Son miserables cuando primero preguntan quién va a pagar el agua que use ese avión, antes de autorizar su ingreso al país.
Sospechosa la demora en aceptar que hay pirómanos y violentistas terroristas involucrados que causan daño y desconcierto en la ciudadanía.
Ineficientes e ineficaces cuando, teniendo recursos empozados en fondos soberanos y otros fondos, no los usan para la actual emergencia de incendios, ni los usan para sacar a los compatriotas de la pobreza, ni los usan para modernizar la matriz productiva de regiones como la nuestra o de la macro región Maule, Bío Bío y La Araucanía.
De liderazgo para qué decir, solo dan explicaciones y detallan actividades con pocos resultados oportunos, reaccionan tardíamente, incluso en las declaraciones de autoridades, antes que ser ejecutivos y proactivos.
Hasta cuando con el caro cuoteo político, ese que pone al mando de instituciones estatales importantes a personas que no tienen las habilidades necesarias y suficientes para gestionarlas. Resumen, el Estado como botín.
Resuena hoy el Balance patriótico de Vicente Huidobro, que hace casi 100 años, en una de sus partes nos dijo:
"He ahí el símbolo de nuestros políticos. Siempre dando golpes a los lados, jamás apuntando el martillazo en medio del clavo. Cuando se necesitaba una política realista y de acción, esos señores siguen nadando sobre las olas de sus verbosidades. Por eso es que toda nuestra insignificancia se resuelve en una sola palabra: Falta de alma."
Para recuperar y mejorar el país real y abandonar el de instituciones cuoteadas y sin alma, debemos incorporar la cultura de lo importante, de la excelencia, del resultado y de la oportunidad, enfocados en las personas. Modernicemos hoy el Estado, a como dé lugar. Debe ser prioridad en los programas presidenciales, que cada uno exponga con nivel de detalle el Estado futuro modernizado que propone y para cuando.
Y exijamos que quienes se desempeñen en ese Estado y en instituciones cercanas deben ser personas de excelencia y que sean evaluados por liderazgo, honestidad, transparencia, responsabilidad, objetividad, integridad y desinterés.