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El anonimato de las redes sociales permi-te a alguien, lleno de resentimiento contra todos, levantar ab-surdas imputaciones de cualquier persona.
El anonimato de las redes sociales permi-te a alguien, lleno de resentimiento contra todos, levantar ab-surdas imputaciones de cualquier persona.
La libertad puede ser regulada, para tratar de reducir la cantidad de alternativas que tenemos de hacer o decir algo ante una situación. Pero la decisión en último término siempre es de uno, por lo que, aunque no lo queramos, ya lo decía Sartre, estamos condenados a ser libres y por lo tanto somos responsables, aunque no se haga efectiva sanción alguna, de nuestros actos. Aunque los lleguemos a ejecutar de manera subrepticia y no se sepa que somos los autores, al menos, ante nosotros mismos seremos responsables. Cada uno verá si recurre al consuelo de que alguna divinidad hará justicia en otra vida y castigue al autor, sea conocido o desconocido, que favorecido por la impunidad no llegue a ser sancionado.
Más de algún fanático de cualquier causa avalará las huelgas de hambre y que se atente en contra de otros con el fin de lograr que el responsable de algún delito, por más bestial y repulsivo que sea, no sufra persecución y evada todo castigo. Serán activistas y no delincuentes, serán los "ofendidos" siendo sus persecutores los malhechores.
Más de alguna institución pública avalará de manera incomprensible estas maniobras contribuyendo a acrecentar la perplejidad y desesperanza de una confundida ciudadanía, ya que los que aparecían como férreos sostenedores de una posición de combate contra todo tipo de violencia aparecen luego defendiendo a uno o más de los que podrían ser tenidos a futuro como responsables.
Es esta trastornada actitud la que implica que se justifique que las víctimas verdaderas le pidan, aun apelando a mínimos éticos, que estos sujetos se definan y no entraben el papel de las autoridades llamadas a determinar institucionalmente la responsabilidad de un individuo por la comisión de un delito. Que no sean cínicas e hipócritas y actúen por una vez de manera consecuente sobre situaciones tan complejas, dañosas y sangrientas como las que ocurren a cientos de kilómetros de donde ellos toman las decisiones.
Además, el anonimato que confieren las redes sociales le permite a más de alguien, lleno de resentimiento contra todos, ser capaz de levantar absurdas imputaciones respecto de cualquier persona, sabiendo que todo el ruido de la web le permitirá ocultarse y asegurarse la impunidad de esta libertad, vacía e inconsistente, llegando a divulgar y generarse convicción a partir de información no verificada e incluso falsa, sólo para dañar la imagen de otro. Total, "el fin justifica los medios".