Renato Segura
cerregional.cl
El triunfo del Ministro de Hacienda, frente al manejo deficiente y sin contrapesos del equipo político del gobierno, llegó de la peor forma posible.
Si bien se aprobó el reajuste en los términos originalmente considerados, se ha ganado la ira de los empleados públicos y la crítica velada de sectores que apoyan al gobierno. La política, buscando calmar los ánimos, ha optado por aprobar a regañadientes la propuesta, haciendo eco a lo solicitado – en forma remota – por la Presidenta.
La votación en contra de Parlamentarios oficialistas y la necesidad de sumar votos de los partidos de oposición, dan cuenta del fragor de una batalla que, si bien fue ganada por la autoridad, no garantiza aguas tranquilas para lo que resta del actual mandato presidencial.
Sin pretender justificar la postura asumida por el Ministro de Hacienda, frente al reajuste del sector público, es saludable hacer un repaso exprés del estado actual del presupuesto del erario nacional frente a las obligaciones que debe enfrentar durante el año venidero.
En lo que respecta a los ingresos, el presupuesto del sector público contempla un modesto aumento de 2.7% (sinónimo de responsabilidad fiscal), un desfavorable escenario en el precio del cobre (el sueldo de Chile) y un moderado comportamiento en el crecimiento de la actividad económica (base para la recaudación de impuestos). En contrapartida, existe una alta presión para cumplir con los compromisos asumidos en la reforma educacional (gratuidad universal), salud (que tiene un forado gigantesco en deudas de arrastre), seguridad y política social (ambos claves para enfrentar un año de elecciones).
Si a todo lo anterior, se suma el compromiso del Ministro de Hacienda en mantener bajo control el déficit fiscal – el cual ya se estima en un 3.3% para el año 2017 – el reajuste del 3.2% asignado a los trabajadores fiscales, puede dejar tranquilo al titular de Hacienda en el sentido que se mantiene los equilibrios macro comprometidos y, de paso, su prestigio en el manejo económico del país.
A estas alturas del partido, es difícil anticipar las consecuencias que generó el precario acuerdo de reajuste. Lo único claro es que, el resultado logró sembrar indignación social y profundizar la desconfianza.
Lo que se inició como una transformación profunda con gobernabilidad, a este paso, se está transformando en otros de los fiascos que registra la historia de Chile, con cargo al esfuerzo de las futuras generaciones para salir del subdesarrollo.