Francesca Parodi 
@franparodi

Uno de los fenómenos que vimos en este gobierno ha sido el adelanto de la carrera presidencial. Sería positivo para Chile que este anticipo viniera acompañado de propuestas consolidadas para el futuro del país. Sin embargo, hemos visto que el ánimo personalista –casi mesiánico– ha primado en ciertos candidatos, dejando candidaturas que responden al quién pero que omiten el para qué. 

El actual gobierno ni siquiera cumplía la mitad de su período cuando se daba por iniciada la carrera presidencial. Tal vez por falta de conducción política, los medios comenzaron a buscar liderazgos en figuras presidenciables, centrando el debate en los nombres que podrían suceder a Michelle Bachelet. Sin embargo, a un año de las elecciones presidenciales podemos ver que el debate sigue centrado principalmente en nombres, dejando poco espacio a las propuestas.

Una de las fórmulas para revertir esta situación es la realización de primarias, espacio en el que los candidatos se ven obligados a competir presentando ideas que logren persuadir a los electores.

Recientemente hemos visto que Chile Vamos está apostando por este mecanismo para nominar a su abanderado, buscando incluir a todos los candidatos de la centroderecha que quieran debatir sus propuestas.

Lamentablemente, en sectores de la Nueva Mayoría no existe el mismo ánimo, ya que hemos visto las maniobras para bajar candidaturas con el fin de proclamar de forma unánime al candidato de la coalición, lo que termina enfocando la campaña en la búsqueda del elegido y no en un programa –algo que el oficialismo ya debería haber aprendido–. En este sentido, cuando la senadora Isabel Allende señala que “el mayor desafío que tienen es ganarle a Chile Vamos”, demuestra la carencia de argumentos para ser gobierno, asumiendo la carrera presidencial como si fuera un partido de fútbol, donde lejos de importar cómo juguemos, el objetivo es ganarle al rival. Triste, por decir lo menos. 

Si realmente queremos hacer un debate de cara al país, las primarias son el mecanismo indicado para que al final pesen más las ideas que las personas. Esto también conlleva el ejercicio de reconocer cuando las propuestas de otro candidato puedan enriquecer las propias, lo que terminará perfeccionando el programa del candidato que resulte ganador de la primaria.

De esta forma podremos confluir hacia programas bien elaborados y con mayor respaldo, para evitar que en el futuro los programas de gobierno sean la piedra de tope para el avance del país