Andrea Zondek
Presidenta Fundación Tacal
El tema electoral ha estado presente en todos los medios de comunicación, pero no marcado por las ideas y propuestas de los candidatos a alcaldes y concejales, sino por los errores en el padrón electoral.
Se habla de cerca de 500 mil personas que tendrían cambio de lugar de votación; sin entrar en la polémica -que espero sea resuelta-, quiero manifestar que hay otro número de personas que también podrían ver vulnerado su derecho a sufragar y que hemos invisibilizado y que son más de 500 mil.
Hoy 23 de octubre tenemos elecciones y siempre me pregunto si todas las personas con derecho a voto tendrán acceso al lugar de votación. En más de una oportunidad, hemos visto personas que usan sillas de ruedas, que tienen movilidad restringida importante, adultos mayores, que tienen que votar en centros que no tienen accesibilidad. Mesas que están en un segundo piso y donde no existe ascensor. Con cada una de esas trabas impedimos que las personas con discapacidad puedan dar su opinión.
No debemos olvidar que la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, establece que “los Estados Partes garantizarán a las personas con discapacidad los derechos políticos y la posibilidad de gozar de ellos en igualdad de condiciones con las demás”.
Esto incluye el derecho a voto, a ser elegidos, que sean garantizados los procedimientos e instalaciones con materiales adecuados y accesibles. Así como la protección del derecho a emitir su voto en secreto y a garantizar la libre expresión de su voluntad y, cuando sea necesario a petición de las personas con discapacidad, permitir que alguien de su elección le preste asistencia.
En Chile a pesar de que hay decretos y algunas recomendaciones de que las personas deben de votar y que se deben adaptar mesas a un lugar accesible, la realidad, es que no siempre lo vemos hecho realidad.
En el siglo XXI y con la modernidad que hoy cuenta nuestro país, debiéramos de avanzar hacia el voto electrónico. Esta debiera ser una prioridad. Nos creemos desarrollados y, sin embargo, no tenemos algo tan básico como respetar el derecho a votar de todo ciudadano independiente de su condición.
Nos quejamos, además, que los chilenos no tenemos cultura ciudadana de ir a ejercer el derecho a votar, insistimos en la alta abstención. Pero, nos perdemos la tremenda oportunidad de contar con el voto de 2 millones de chilenos, que hacen la diferencia.
A veces me pregunto si el no avanzar en este tipo de iniciativas que facilitarán el derecho al sufragio de las personas con y sin discapacidad, es por temor, desidia o simplemente porque aún no estamos convencidos del valor de la inclusión.
Como chilena creo que simplemente nuestras autoridades están entrampadas en otros temas que consideran urgentes e importantes, porque la discapacidad aún no genera marchas ni movilizaciones ciudadanas. No es ironía lo que pretendo. Quiero que la voz de 2 millones 800 mil personas tenga el mismo valor que tu opinión o la mía.