Danny Monsálvez Araneda
@MonsalvezAraned
En una reciente encuesta de Corbiobío y en una consulta realizada a través de las redes sociales por el canal TVU, se ha señalado que sobre un 70% de la población quiere votar en las próximas elecciones municipales.
Ha todos llamó gratamente la atención dichos resultados, más aun cuando existe un malestar generalizado con los políticos, partidos y autoridades. Pero ese porcentaje superior al 70% puede ser considerado como un simple estado de ánimo o voluntarismo, por lo tanto carente de toda consistencia y solides o está reflejando una cultura política de querer ser partícipes de un proceso eleccionario que tiene como uno de sus objetivos el futuro de una comuna.
De acuerdo a esto último, un porcentaje importante de la ciudadanía entiende y asume que la idea de transformar algo no se consigue solamente con la rabia, molestia y movilización, sino también se necesita echar mano al voto como una de las principales herramientas de cambio. No se trata de sacralizar el voto y presentarlo como la única forma de participación y hacer política, pero tampoco puede ser visto como algo superficial, sin importancia, que no tiene trascendencia directa para incidir en las transformaciones.
Sin duda los procesos sociales, políticos y culturales (mentales) son lentos y complejos, nadie puede asegurar que votando las cosas cambiarán inmediatamente, pero otra cosa muy distinta es ver las elecciones como un proceso trivial y el voto como algo prescindible, aquello no sólo está manifestando una ignorancia supina y mirada reduccionista de la política, sino que al mismo tiempo está demostrando el menosprecio que se tiene hacia el otro como sujeto político integrante de una comunidad.
Por eso cabe preguntarse ¿para qué votar?, no es simplemente por un mentado “acto republicano” o para “cultivar las virtudes cívicas”, se trata de ver el voto como uno de los principales mecanismos que tenemos para expresar nuestra molestia, rechazo, aprobación, respaldo o simplemente sentirse que a través de esa vía se está ayudando a construir comunidad entre todos. En otras palabras, es un ejercicio de responsabilidad y compromiso con uno, la ciudad y mis vecinos.
Pero no es sólo aquello también es fundamental preguntar(se) ¿por quién votar? Esta consulta que suele parecer reiterativa, incluso de morondanga o carente de todo sentido por estos días, es tanto o más importante que la anterior. De ahí que su respuesta (argumento) quede para una próxima columna.