Lo que más debiera llamarnos la atención a los chilenos es la vergonzante ignorancia de los políticos locales sobre el rol de nuestro país como paradigma de justicia transicional y su influencia en el Acuerdo de Paz del Estado de Colombia con las Farc.
No me importa que la derecha opine, en su legítima libertad política, que apoya a Uribe y la opción del NO… es la lealtad de la derecha global. Lo que me indigna es la perplejidad inconducente de la izquierda y la centroizquierda sobre la justicia de transición.
Llevamos 27 años reivindicando una justicia de crímenes de lesa humanidad, una década de derecho a la memoria y un trienio de fin a la justicia transicional, pero ninguno -salvo Luis Maira- ha sido capaz de expresar un discurso que EXPLIQUE por qué el paradigma chileno era legítimo y viable, o por qué no lo era.
El mensaje de la derecha colombiana que rechazaba el acuerdo era clave: el no era la ‘justicia perfecta’. Y ¿cómo eso podría funcionar si nunca antes se ha ejecutado?; ¿acaso los crímenes de terrorismo y crímenes comunes de las Farc son de lesa humanidad? No, no lo son y tampoco se avizoran cambios legales; ¿acaso esos delitos no están prescritos? Claro, lo están en grandes cantidades; ¿y no tienen otra solución? No, esa justicia perfecta, no provee otros procedimientos.
¿Sería posible una justicia ad-hoc como un tribunal penal internacional con intervención de la ONU, como medida especial y que se contrarresta de la jurisdicción del TPI? Sí, en un mundo que valora la entelequia y la justicia perfecta.
¿Qué dice nuestra izquierda, esa que tiene tribuna y ocupa puestos importantes de la Administración del Estado? Nada. ¿No es análogo el caso de Chile con el de Colombia, respecto a los homicidios e inhumaciones, además de secuestros permanentes y torturas que cometieron los civiles leales a la dictadura con los campesinos y los crímenes que cometieron miembros de las Farc con los campesinos que se cruzaron en su camino y que eran víctimas de un conflicto en que nada tenían que ver, cual daño colateral u objetivos civiles de la jerga humanitaria? Sí, es lo mismo.
Es la misma criminalidad que por su envergadura no debiera permanecer impune, eso es terrorismo selectivo y su investigación y sanción se legitima en el derecho a la verdad y a la reparación de las víctimas de los crímenes de lesa humanidad y de sus delitos asociados.
Así es como esa izquierda chic, la chilena, desdeña aquello que más debiera defender: ignorando la envergadura de su propia historia y memoria, despreciando lo que ha sido la justicia y ahogándose en su inmovilismo.
Culpar a la derecha de la propaganda alarmista es autoindulgente.