Christian Schmitz Vaccaro
Rector Ucsc
Queremos abordar un tema de gran relevancia para el país y las universidades. De acuerdo al “Global Entrepreneurship Monitor, GEM. Reporte Nacional de Chile 2015”, el 26% de la población adulta entre 18 y 64 años se considera un emprendedor en etapa inicial, y un 8,5% un emprendedor establecido. Estas cifras evidencian con claridad que el emprendimiento y la innovación son elementos claves a la hora de fomentar el desarrollo económico y productivo del país.
¿Qué desafíos plantea este tema para las universidades? Estamos viviendo cambios profundos en materia de educación, con nuestras instituciones llamadas a convertirse en catalizadoras de la innovación. La experiencia internacional así lo avala, ya que muchas empresas y compañías han tenido sus orígenes en entornos universitarios, que han fomentado el emprendimiento entre sus estudiantes y académicos.
En varios de nuestros planteles hemos avanzado en esta dirección, constituyendo centros de innovación que apoyan y estimulan el emprendimiento en diversas áreas del quehacer -principalmente en ciencia y tecnología-, al tiempo que proporcionan apoyo y asesoría técnica para dar vida a esas ideas que surgen fruto de la creatividad de las personas y con el afán de brindar soluciones a problemas reales y de la vida diaria.
Las universidades tenemos la ventaja de contar con un capital humano juvenil que no puede ser desaprovechado. El gran desafío de nuestros planteles es perseverar en la generación de instancias y espacios que permitan albergar esas ideas innovadoras y creativas que contribuyan a dar un salto cualitativo en el desarrollo económico-productivo, social y cultural del país.
Proyectos como Jump Chile -el mayor concurso nacional de emprendimiento univeristario- son espacios concretos para que jóvenes con talento se inicien en el camino de la innovación y la creatividad aplicada.
Sin embargo, las universidades no pueden estar solas en esta importante tarea. El involucramiento del sector público y privado es indispensable para el éxito de este proceso de alta vinculación. Las instituciones educacionales deben contar con las condiciones económicas y administrativas que les permitan continuar desempeñando estas funciones (y otras tantas), y en ello, el Estado tiene mucho que decir y hacer.
Aprovechemos el capital humano juvenil para dar un verdadero salto cualitativo al desarrollo del país.