Pese a toda la palabrería, las mujeres siguen recibiendo ingresos inferiores y son discriminadas si están en una edad fértil.

 

Los intereses de la elite no siempre coinciden. Incluye a ciertos políticos que hacen las leyes a su medida y a la de sus financistas, sujetos que dirigen la economía. Sin embargo, todos confluyen en el establishment. Aquello que dicen no se puede cambiar porque naturalmente es así. 

Es en este lugar donde unifican su mentalidad, manteniendo su poder y su fortuna bajo el slogan que según Owen Jones es "porque yo lo valgo". Políticos que dilapidan los fondos que no le pertenecen y empresarios que evaden u obtienen el pago indebido de impuestos se desenvuelven bajo esta premisa. Aquellos a quienes les repugna el Estado y aplauden cada vez que se transfieren recursos públicos para el beneficio de unos pocos privados.

Este individualismo económico extremista que se sustenta en el rescate que el "detestable" Estado debe realizar de los bancos y entidades financieras en períodos de crisis o que debe subsidiar a la salud y previsión privada ineficientes. Estar en desacuerdo para esta elite significa ser un extremista, ignorante, inadaptado o un simple marginal, un mero excéntrico que no comprende como funciona el mundo. 

Una elite que no cuestiona la "puerta giratoria" entre políticos y los distintos cargos que detentan una y otra vez, incluso pasando del ámbito público al privado y viceversa, para valerse de los contactos, las influencias o lo que se suele denominar "lobby". El mundo empresarial obtiene ventajas de los contactos con políticos, infiltrándose con sus intereses particulares en el aparato público que termina siendo un instrumento para incrementar sus beneficios. 

Las decisiones no se toman dentro de la visible institucionalidad. Se llevan a cabo sutiles relaciones sociales de personas bien conectadas que sólo contribuyen a generar una apariencia de democracia para blanquear las más espurias designaciones o decisiones, más aun cuando la exclusión y segregación no sólo responde a criterios clasistas y políticos, sino que también de sexo. Los hombres dominan los escalafones superiores de la organización pública, privada y política. 

Pese a toda la palabrería, las mujeres continúan recibiendo ingresos inferiores y siguen siendo discriminadas en caso de estar en una edad fértil, aun cuando son los mismos que se llenan la boca con lo del respeto a toda forma de vida, quienes prefieren a un hombre para "ahorrarse" las molestias de lo que dicen es la "santa" maternidad, golpeándose el pecho con una mano y con la otra llenándose los bolsillos a costa de los pobres cada vez más endeudados.