Uno de los hechos más televisados de este siglo, el bombardeo a la Torres Gemelas, cambió el eje de gravedad de los asuntos mundiales y catapultó la escena internacional con inusitada fuerza al terrorismo yihadista. Ese martes de septiembre, dos aviones comerciales de American Airlines y United Airlines impactaron contra los edificios más altos en el World Trade Center de New York, dejando a 2.843 muertos y cerca de seis mil heridos. Otros dos aviones debían estrellarse contra el Pentágono y el Capitolio o la Casa Blanca, aunque la heroicidad de los pasajeros del vuelo United-93 que iba rumbo a uno de estos últimos blancos lo impidió.
El atentado fue tan macabro que aún hoy quienes no habían nacido se impactan al ver imágenes de una ejecución masiva de ciudadanos inocentes, asesinados por la intolerancia y la barbarie.
Tras los atentados estaba la sombra de Al Qaeda, que reclutó como verdugos a personas con ideología yihadista, en su mayoría de nacionalidad saudí, y que se entrenaron expresamente con este propósito. El egipcio Mohamed Atta era el líder y actuó siguiendo las órdenes del mismísimo Osama Bin Laden en Afganistán.
Para algunos, los trágicos eventos son el acta de defunción del siglo XX, para otros, marcan el cierre definitivo de la Guerra Fría y el advenimiento de un período de interdependencia avanzada que comprometía a las grandes potencias como a los Estados débiles, especialmente en aspectos de seguridad internacional.
Si el año 2.000 la cifra de muertes a nivel global a causa del terrorismo fue menos de 4 mil personas, en 2012 más de 8.500 ataques terroristas cobraron la vida de casi 15.500 individuos conforme la violencia devastó África, Asia y Oriente Medio. Esto representa un incremento del 69% en ataques y un aumento del 89% en decesos desde 2011. En 2014 la cantidad de vidas que fueron tomadas como consecuencia de la irracionalidad terrorista ascendieron a 32.700 personas, lo que es ocho veces más que al comienzo del siglo.
En un breve período se desplegaron en medios de comunicación, redes sociales y diversas plataformas los nombres de Al-Qaeda, Boko Haram y el Estado Islámico, los que se hicieron recurrentes para la opinión pública. Ni siquiera la muerte de Bin Laden (2 de mayo de 2011) logró aminorar la fuerza del nuevo enemigo.
Transcurridos ya 15 años desde el 11-S el terror, la amenaza, los atentados, el miedo, el extremismo, las ejecuciones, las víctimas, la seguridad, las guerras, etc. se han instalado en la agenda internacional como consecuencia del fenómeno terrorista y demuestran que las promesas del entonces presidente George W. Bush sobre que aniquilaría la amenaza terrorista en cada "oscuro rincón" del mundo se esfumaron, obligándonos a replantearnos nuestra idea de futuro.