Opinión

De héroes y santos

Por: Diario Concepción 07 de Septiembre 2016
Fotografía: imagenPrincipal-3164.jpg

Para Cioran toda idea es neutra o debería serlo. Sin embargo, es el ser humano que la anima, es él quien proyecta sus fuegos y demencias; impuras, terminan transformándose en creencias que se incorporan al espacio y al tiempo, toman forma en acontecimientos, consumándose el pasaje de la lógica a la irracionalidad, naciendo de este modo las ideologías, incluso las más extremistas, las que se tornan dogmáticas y devienen en sangrantes farsas. 

Levantamos, ante nuestra desesperada necesidad de idolatrar algo, cualquier cosa o persona en un pedestal, figuras que pueden parecer a los ojos de otros de lo más exóticas, falsos absolutos, e incluso templos de toda naturaleza bajo el pretexto de buscar la verdad.

Así, quienes se dicen seguidores de una idea o de un dios tratan de forzar a los otros de que lo sigan también, aun a costa de derramar su sangre, por cuanto, al pensar distinto, se les considera intransigentes y peligrosos. Son los otros a quienes hay que convertir o someter, por el bien de todos.

Para Cioran "los criminales verdaderos son aquellos que establecen una ortodoxia en el plano religioso o político, que distingue entre la fidelidad y lo cismático". Cuando una idea no puede ser admitida por estimarse contraria al dogma, no se conversa, se cierra el diálogo y se intenta someter al otro, por la fuerza si es necesario. 

Desde este fanatismo sólo hay un paso para la megalomanía o los mesianismos, de aquellos que asumen ser especiales, se creen los elegidos de su fe política o religiosa, quienes pretenden quemarlo todo para pasar a formar parte de los libros de historia, que levantan furiosos puños imponiendo héroes y santos, perdonándoles a éstos toda la sangre derramada si es necesario. 

Todo sea por la causa o por el dogma, disfrazando la banalidad de apocalipsis, para conseguir llegar al paraíso perdido, aquella tierra histórica prometida, que sólo el delirante iluminismo de algunos es capaz de ver más allá de la violencia desencadenada para llegar a este objetivo celestial. No importa si se es una minoría, hay que destruirlo todo, hay que hacer entrar en razón al resto, sacarlos de sus cuevas, hacerlos ver la luz, que devengan seres humanos en lugar de primates ignorantes, a quienes no se pretende comunicar, sino que imponer. 

Estos sujetos que se dicen incorruptibles, terminan siendo los más dañinos, al creerse los interpretes de las mayorías, pueden llegar a matar o matarse ellos mismos por cualquier absurdo ideal, construir tiranos y hacerlos pasar por mártires, deviniendo en el futuro los perseguidores de quienes piensan de manera diferente de ellos.

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