Opinión

Un mundo que ya cambió

Por: Diario Concepción 23 de Agosto 2016
Fotografía: imagenPrincipal-3556.jpg

No es un secreto que entre el siglo XX y el XXI, la humanidad ha experimentado cambios radicales. La descripción de mundo Beta viene de los test de videojuegos, los prototipos que esperaban ser probados para analizar si funcionan o no. Nuestro mundo está en Beta, por que estamos en un cambio constante, los test son nuestra realidad.

Hoy necesitamos adaptarnos y tomar decisiones rápidas, aplica más que nunca el dicho de que lo único que permanece es el cambio. Durante el siglo XX los planes y tomas decisiones de largo plazo funcionaban, ya que los de los cambios se vivían de forma paulatina, lo que nos permitía planificar estrategias competitivas inamovibles y de largo plazo.

Por el contrario el siglo XXI se caracteriza por el cambio permanente de las reglas del juego, las realidades cambian de un año a otro, se cuestionan las estructuras sociales y gobernantes, las personas tienen una voz clara e influencia. Hoy las ventajas competitivas de largo plazo nos transforman en organizaciones y personas lentas y aferradas a lo estático, es decir poco competitivos.

El nuevo mundo se ha acelerado, la tecnología se multiplica y se renueva cada año, a una velocidad nunca antes vista. Necesitamos adaptarnos y anticiparnos a una velocidad tal que nos obliga a observarnos y cuestionarnos de manera permanente. En este escenario, no tiene cabida esa tendencia natural a acomodarnos y a permanecer en la zona de confort, en la aparente seguridad de lo conocido y lo predecible. Si antes tomar riesgos podía significar el fracaso, hoy lo es quedarse de los brazos cruzados.

Hoy, los mercados se han vuelto cada vez más competitivos, y la clave del éxito de las empresas es desarrollar equipos de trabajo con la capacidad de reiventarse constantemente, atentos a las necesidades del medio en el que nos desenvolvemos. Los ejemplos están a la vista: en 15 años hemos visto a gigantes de la telefonía celular dominar el mundo, sólo para desaparecer pocos años más tarde, porque un competidor más pequeño tomó más riesgos, fue más innovador, se adaptó mejor a las necesidades de sus clientes y, más aún, se atrevió a crearles nuevas necesidades que ellos acogieron gustosos.

La única certeza del mundo Beta es que en esta nueva realidad nada es definitivo, todo cambia rápidamente y nadie tiene el futuro asegurado para bien ni para mal. Esta nueva cultura puede significar un riesgo directo para las empresas y personas profundamente conservadores. Las ventajas competitivas del pasado se transformaran hoy en claras amenaza, en un mundo más democrático y donde los consumidores tienen más poder. Un nuevo orden que llegó para quedarse.

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