Son pocos los temas en los que la clase media se moviliza de forma transversal y sin colores políticos, pero cuando lo hace obliga a los gobiernos a redefinir su agenda y tomar medidas. Es así como la demanda por mejores pensiones obligó al gobierno a abordar de manera urgente, y no exenta de polémica, uno de los temas neurálgicos de toda nación.

La cadena nacional de la presidenta Bachelet sobre las actuales pensiones fue, a priori, una esperanza de que el diálogo se vuelva a instalar como método para avanzar en los temas fundamentales que el país necesita resolver. De este modo, la buena noticia es que el gobierno propone avanzar con diálogo, descartando dar una solución populista e ineficiente como sería volver al sistema de reparto. Sin embargo, la mala noticia es que algunas de las medidas anunciadas son más bien cosméticas y no representarán un alza significativa en el monto de las pensiones.

En primer lugar, la creación de una AFP estatal servirá solo como una alternativa a las administradoras privadas, pero en ningún caso garantiza mejores pensiones —sabemos que el Estado no se caracteriza por ser un gran administrador de recursos—. Aun así, nunca está de más ampliar la oferta, por lo que su creación no se contrapone con el objetivo final, aunque tampoco es un aporte real.

No obstante, el anuncio que más preocupa es el aumento de 5% en la cotización a cargo del empleador, ya que trae consigo un disfraz de aparente solución al tema de la solidaridad y al de las bajas pensiones, pero que en realidad solo se preocupa de maquillar el carácter solidario del sistema, aplicando de manera arbitraria un impuesto al trabajo que no mejorará las pensiones de la mayoría de los chilenos que hoy demandan una solución —la clase media del país— y, además, podría empeorar los actuales salarios y la empleabilidad en la medida que los costos serán traspasados a los trabajadores.

El Pilar Solidario existe y debe ser fortalecido con los impuestos generales que el Estado recauda. Esta es la mejor manera de redistribuir los recursos desde los que tienen más hacia los más vulnerables.

El sistema de AFP ha sido sindicado erróneamente como el gran responsable de las bajas pensiones en nuestro país sin considerar la precaria situación laboral de miles de chilenos, algo que antecede al problema de la jubilación. Por lo tanto, es necesario avanzar en una mejora en este tema a la par que las pensiones para lograr el resultado esperado, dejando de lado las consignas ideológicas y reconociendo los defectos, pero también las virtudes de un sistema que le ha dado estabilidad a la economía del país.