En 1943, Ayn Rand publicaría su novela "El Manantial". Esta polémica escritora sería también autora de "La Rebelión de Atlas" y será considerada como la fundadora del objetivismo o el egoísmo racional. De nacionalidad rusa (su nombre verdadero era Alisa Zinovnievna) fue testigo de la revolución de 1917, huyendo hacia los Estados Unidos dónde hizo su carrera.
Defendió el derecho a la vida y lo que era su manifestación principal: el derecho de propiedad. Sin embargo, pese a ser considerada como una anarco capitalista, decía que el dominio sobre la obra creada por un ser humana distinguía a una persona de un esclavo. No se consideraba de izquierda ni de derecha, aborrecía las religiones, el reclutamiento obligatorio en el ejército y toda forma de censura.
En "La Rebelión de Atlas" describió una sociedad ultra colectivizada que impedía todo desarrollo del individuo, distinguiendo entre los "saqueadores", casta conformada por los místicos del espíritu (cultos religiosos) y los místicos del músculo (la clase política), y los "no saqueadores", todos aquellos que individualmente forjaban las obras que nos conducían hacia el progreso social, contra todos los parásitos que manipulando expresiones como "altruismo" o "igualdad de oportunidades" lograban aprovecharse de la "empatía" de los otros, explotando las necesidades ajenas sin solucionar nada.
En "El Manantial", el arquitecto Howard Roark dice: "Los grandes creadores, los pensadores, los artistas, los científicos, los inventores lucharon contra sus contemporáneos… El creador se mantiene firme en sus convicciones, el parásito sigue las opiniones de los demás. El creador piensa, el parásito copia. El creador produce, el parásito saquea. El interés del creador es la conquista de la naturaleza, el interés del parásito es la conquista del hombre. El creador requiere independencia, ni sirve ni gobierna, trata a los hombres con intercambio libre y elección voluntaria; el parásito busca poder, desea atar a todos los hombres para que actúen juntos y se esclavicen. El parásito afirma que el hombre es sólo una herramienta para ser utilizada, que ha de pensar como sus semejantes y actuar como ellos y vivir la servidumbre de la necesidad colectiva prescindiendo de la suya".
Hannah Arendt ya planteaba esta paradoja del ser humano, de ser único, pero a la vez igual dentro del contexto social y siendo el respeto de este individualismo dentro de la colectividad en el que debemos buscar los principios de convivencia para que cada uno descubra su propio camino hacia la felicidad.