Uno de los más siniestros centros de exterminio que han existido en Chile fue el de "Villa Grimaldi" o "Cuartel Terranova", que era dirigido por agentes de la Dina. El objetivo de este establecimiento era encerrar ilegalmente a los enemigos políticos, doblegarlos con el uso de tormentos físico y obligarlos de este modo a entregar a otras personas para someterlos al mismo método. Después del golpe de Estado de 1973 se sistematizó, se aceptó y se abusó de un uniforme para los efectos de proceder en tal sentido, conducta que fue avalada (y se sigue defendiendo) por muchos civiles. Se generaron cargos y se pagaron salarios para tales efectos, promoviéndose incluso carreras profesionales por haberse destacado en estas funciones.
Gracias a las investigaciones que se han promovido por parte del personal de la policía de investigaciones al alero de los procesos judiciales incoados por los tribunales de justicia, hemos logrado conocer historias tan deleznables como la acaecida el 19 de Noviembre de 1975, en la que fueron detenidos los miembros de toda una familia. Estos fueron Ester Torres y sus tres hijos, Renato, Mauricio y Francisco Gangas, quienes fueron torturados para que dieran a conocer el paradero del hijo y hermano respectivamente de éstos, de nombre Luis Andrés, quien fue también aprehendido y torturado, luego de haberse obtenido la información requerida. Testigos de los hechos refieren haber escuchado los lamentos de las víctimas y los agentes pidiendo agua y aceite caliente para continuar con los tormentos. Luis Andrés moriría al día siguiente y su cuerpo sería trasladado a otro lugar simulando un enfrentamiento para ocultar la verdad de lo acontecido, circunstancia de la que se hicieron parte los medios de comunicación de la época.
Muchos de los responsables que han sido condenados por hechos como el referido, han tratado de morigerar su responsabilidad aduciendo haber actuado en cumplimiento de un acto de "servicio" y por "obedecer" las órdenes de sus superiores, siendo desechadas estas pretensiones por los tribunales de justicia ya que no puede ser considerado como un acto de servicio aquel dirigido a cometer un crimen de esta magnitud.
Es efectivo que hay mucho trabajo todavía por hacer, pero que no puede quedar asentado sólo en el descubrimiento de la verdad y la imposición del castigo que corresponda aplicar por estos asesinatos, sino que también es indispensable que se construya una cultura de respeto a los derechos humanos y del prójimo, para que aprendamos a respetarnos todos, los unos a los otros, no importando el color, pensamiento u origen que tengamos.