Se ha intentado instalar el miedo al cambio por quienes se muestran como los más conservadores para realizar necesarias transformaciones al sistema de previsión vigente.

Han surgido dogmáticas voces de "los expertos" diciendo que esto es lo mejor a lo que se puede optar, dando a entender que todos aquellos que escudriñan en torno a la legitimidad y eficacia de los cimientos de un sistema de pensiones hecho a la medida de los grupos económicos, son ignorantes, cuya capacidad mental y preparación les impide tener la visión de que este modelo es el más favorable y que sus falencias no son de quienes lo administran y se benefician del dinero que de manera obligatoria todos los trabajadores deben mes a mes suministrarle.

Se ha llegado a imputar todo defecto a las interrupciones en la realización de cotizaciones de los afiliados, derivadas de su falta de esfuerzo y trabajo, traspasándole a los que deberán sufrir las consecuencias de un modelo fracasado sus perniciosos efectos. No deja de llamar también la atención el número de directores y personalidades vinculadas a estas empresas relacionadas con la dictadura cívico militar y con la clase política dirigente, de lo que se desprende que es este nexo ha podido mantenerlo en funcionamiento.

Sin perjuicio del pilar solidario incorporado el 2008, es discutible que este sistema de capitalización individual sea de carácter previsional, ya que se trata de un ahorro obligatorio que permite inyectarle recursos al reducido establishment empresarial y que no nos ha de extrañar que termine sirviendo para financiar de manera irregular las campañas políticas de quienes la defienden o guardan silencio.

Lo que resulta más sorprendente es que muchos de los que alzan la voz son los mismos que aprobaron la incorporación obligatoria de los trabajadores independientes, lo que se hará efectivo con las retenciones que ¡el propio Estado! desde 2017 y que abultarán más la concentración de los medios de quienes manejan estas entidades para obtener a cambio una inútil y simbólica retribución como pago por el uso de nuestros dineros.

Creo que es obvio que nadie bien informado podría intentar resucitar a cientos de cajas previsionales que tampoco lograron en el pasado el objetivo de una distribución más solidaria, pero de allí a que los iluminados lleguen a plantear que sólo con algunos cambios cosméticos basta, me parece un exceso hacia la ya inexistente credibilidad y confianza ciudadana.