Opinión

De privilegios y estacionamientos

Por: Diario Concepción 11 de Julio 2016
Fotografía: imagenPrincipal-4720.jpg

Hay pesimistas que sostienen que "toda República democrática lleva en su seno el germen de su propia destrucción". En los oscuros tiempos que corren, parece que dicha afirmación fuera más cierta que nunca en esta degradada república nuestra.

En efecto, todos los días presenciamos como en nuestras calles se perpetúa el ataque más descarado en contra de la igualdad ante la ley. Funcionarios del Estado se apropian del uso exclusivo –y gratuito- de bienes nacionales de uso público, nuestras calles y plazas. Sí, en el Chile del siglo XXI hay quien defiende, y con inverecundia y furor, los estacionamientos exclusivos y gratuitos para sus vehículos personales.

Pero la República, ya lo tenían claro los romanos, se basa en el principio de que todos los ciudadanos son iguales ante la ley, ante el derecho no pueden aceptarse los privilegios ni las distinciones que no se basen en el mérito personal. El orden republicano no es compatible con los privilegios.

De ahí que nuestras autoridades deban entender, de una buena vez, que todas las granjerías y beneficios que obtienen a costa de nuestros impuestos son inaceptables y deben desaparecer no mañana, sino hoy.

Desgraciadamente los que dicen ser "servidores públicos" son inmunes a la Constitución, que declara en su artículo 19, número 2 que "En Chile no hay persona ni grupos privilegiados" y a su final que señala que "Ni la ley ni autoridad alguna podrán establecer diferencias arbitrarias". ¿Por qué tolerar la congestión vehicular en las principales arterias de la ciudad, solo porque necesitan tener sus autos a dos pasos de sus oficinas ocupando cuadras completas? Que paguen como todos los demás ciudadanos.

Hace cuatro años insistimos en este tema antes de las elecciones municipales. Pero ningún candidato a la alcaldía escuchó nuestra petición. Eliminar este abuso groseramente ilegal solo implicaría dictar un decreto municipal que dejara sin efecto la totalidad de los estacionamientos reservados, incluyendo los que autoridades ostentan en la mismísima Plaza de Armas, como si pudieran asignarse la Fuente de Ceres o las bancas de madera.

Ojalá que hoy, de cara a las elecciones municipales que ya se acercan, algún candidato consciente y con sentido común recoja esta bandera y se comprometa a eliminar este absurdo privilegio que ofende la alicaída dignidad republicana.

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