Opinión

Fin al Estado subsidiario

Por: Diario Concepción 01 de Julio 2016
Fotografía: imagenPrincipal-4998.jpg

Lo que en la construcción de la Constitución de 1980 se consideraba como un hecho esencial el dar forma a un Estado subsidiario, como respuesta al sectarismo y la irresponsabilidad del sistema político ocurrido en los años previos a 1973, hoy en día se ha transformado en una barrera para el desarrollo equilibrado del territorio, condición necesaria para que Chile sea un país desarrollado.

Jean Tirole, economista francés galardonado con el Premio Nobel 2014 por su contribución a la regulación de empresas dominantes, era claro al momento de señalar que "no hay que desconfiar de los mercados, hay que saber regularlos bien", algo que el Estado subsidiario en Chile ha sido incapaz de realizar.

En este sentido, la acumulación de riqueza, se ha sustentado en la autocensura del regulador para intervenir el sistema económico. La impotencia en observar dicha realidad, nos tiene atrapados en una serie de reformas mal concebidas, generadas por la ansiedad de controlar un sistema económico que, con el marco legal actual, es una tarea casi imposible de realizar.

Bajo esta mirada, no es de extrañar que todos los intentos de la política pública para corregir la inequidad y el aumento de la concentración económica, termina finalmente por aumentar la inequidad y transferir los recursos públicos a los ya abultados bolsillos del 1% de chilenos y/o chilenas más ricos del país. Un par de ejemplos:

Una buena parte de los recursos del Estado, asignados para la gratuidad de la educación superior, fueron a parar a las arcas de las universidades privadas (triplicaron su matrícula de estudiantes de mayor vulnerabilidad económica). Curioso resultado si se considera el discurso del Gobierno en cuanto a "privilegiar su aporte hacia las universidades estatales".

Cuando el regulador genera medidas para frenar los beneficios anormales que genera el comportamiento monopólico de las grandes corporaciones, al final del día, termina fortaleciendo el poder de mercado de dichas corporaciones. En efecto, la aparición de las farmacias populares, ha resuelto en parte el riesgo que enfrentaban las grandes cadenas farmacéuticas; por un lado, han salido de la primera línea de la mirada del regulador y, por otro, la ineficiencia que se incuba en el nuevo sistema, tarde o temprano, terminará beneficiando a las cadenas establecidas.

Para que Chile evolucione hacia una verdadera sociedad de oportunidades, se hace imprescindible terminar con la subsidiariedad como el rol principal del Estado.

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