“Ya, veremos”, fue la respuesta del Presidente Donald Trump a los periodistas que le preguntaron sobre un eventual ataque militar de Estados Unidos luego de la última prueba nuclear llevada a cabo este domingo por Corea del Norte. La retórica de Washington incluso subió un peldaño más durante la tarde, cuando el jefe del Pentágono, James Mattis, amenazó con una “gran respuesta militar” de parte de EE.UU. ante “cualquier amenaza” de Corea del Norte a los territorios estadounidenses, incluyendo a Guam y sus aliados. Eso sí, Mattis aclaró que el gobierno de Trump no busca la “aniquilación” de Corea del Norte, aunque tiene “muchas opciones” para poder hacerlo.
Desde temprano, Trump reaccionó con una serie de tuits en los que calificó el actuar de Pyongyang como “hostil y peligroso”. Al mismo tiempo señaló que Corea del Sur está “comenzando a entender, como yo ya había dicho”, que “hablar de apaciguamiento no funcionará” con Kim Jong Un.
Trump advirtió también que EE.UU. estaba considerando suspender el comercio con cualquier nación que haga negocios con Corea del Norte. En esa lista figuraría Chile (ver nota secundaria). De concretarse esa advertencia, estarían en jaque las relaciones comerciales de Estados Unidos con China y Rusia, socios económicos claves para el régimen norcoreano.
El régimen comunista de Pyongyang llevó a cabo, con éxito según anunciaron, su último y más poderoso ensayo nuclear conocido hasta la fecha: una bomba de hidrógeno que podría ser instalada en un misil balístico intercontinental capaz de llegar a Estados Unidos.
La prueba fue supervisada directamente por Kim Jong Un, quien aparentemente se fotografió junto al experimento atómico acompañado de científicos nucleares y altos oficiales.
Se trató del sexto ensayo nuclear que se lleva a cabo bajo el mandato de Kim Jong Un y la segunda bomba H probada por el país. Corea del Sur, Japón, China y la Organización del Tratado de Prohibición Total de Pruebas Nucleares indicaron que la intensidad de la detonación detectada fue la más potente de todos los intentos ejecutados anteriormente por el régimen. La bomba H sería “un arma termonuclear de extraordinario poder explosivo”, precisó la agencia de noticias norcoreana KCNA y tendría una potencia cinco veces superior a la de Nagasaki.
Minutos después de la prueba se percibieron dos sismos “artificiales”. Un terremoto de magnitud 6,3 y posteriormente otro de 4,6 en la escala de Richter. El test habría sido realizado en el noreste de Corea del Norte, donde se ubica la base de Punggye-ri, donde hasta ahora se han llevado a cabo cinco ensayos atómicos.
Esta última prueba atómica tiene lugar días antes del 9 de septiembre, fecha en que la nación celebra el aniversario de su fundación y la misma fecha en que el año pasado realizaron el quinto ensayo atómico.
Horas después de la prueba nuclear, Pyongyang calificó el hecho como un “éxito total”. Ri Chun-hee, veterana periodista de la cadena estatal norcoreana KCTV, fue la encargada de dar la noticia, tal como lo ha hecho en todas las “ocasiones especiales” para el régimen. “Hemos hecho explotar con éxito nuestro primer artefacto termonuclear”, dijo la presentadora, de 74 años y que además es coronel.
Pyongyang ha incrementado sus esfuerzos por fabricar armas nucleares y misiles balísticos de largo alcance. En julio lanzó dos misiles balísticos intercontinentales de tipo Hwasong-14 con un alcance potencial de unos 10.000 kilómetros, lo que desencadenó una gran tensión regional debido a que podría ser capaz de llegar al territorio continental de Estados Unidos.
Las reacciones internacionales no se hicieron esperar ante la sexta prueba nuclear de Corea del Norte y la primera de gran envergadura desde la llegada de Trump.
Los países vecinos fueron los primeros en responder. Corea del Sur elevó su nivel de alerta y aseguraron que pedirán sanciones más duras. Así, el Presidente Moon Jae-in presionará a la ONU para lograr un “aislamiento” total del régimen norcoreano. De acuerdo con la agencia Ansa, las Fuerzas Armadas surcoreanas realizaron una ejercitación simulando una ataque contra un sitio nuclear norcoreano, con cazas F-15 y de un misil balístico.
Por su parte, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, definió la provocación como “absolutamente inaceptable”. Al mismo tiempo, el gobierno chino -gran aliado de Pyongyang- condenó las amenazas nucleares de Corea del Norte. El Presidente chino, Xi Jinping, se encontraba en la inauguración de la cumbre BRICS cuando estalló la nueva crisis. En todo caso, durante su discurso de 40 minutos no hizo ninguna referencia a la nueva prueba norcoreana. Es la segunda vez que Pyongyang arruina un evento internacional organizado por Beijing. En mayo Corea del Norte realizó una prueba de misil cuando los líderes de 29 países se encontraban en la capital china en el primer Foro Obor.
Las principales potencias europeas, Reino Unido, Francia y Alemania, también condenaron el test.
La crisis por Norcorea no ha dejado de escalar. En agosto, Trump le advirtió a Corea del Norte que podría responder a sus amenazas con “un fuego y una furia nunca vistos en el mundo” después que se dieran a conocer informes de que Pyongyang había fabricado una cabeza nuclear para ser puesta en un misil balístico.
Después de la amenaza, Corea del Norte reveló que pretendía disparar dos misiles de medio alcance cerca de aguas territoriales de Guam.