A lo largo de su campaña presidencial, Donald Trump nunca expresó sentirse “aislado de la corriente principal (de su partido), de pie en una isla y aparte de los de su conglomerado”, recordó el diario The Wall Street Journal. Sin embargo, tras los disturbios raciales en Virginia, ante los cuales ha tenido una posición cambiante, el mandatario ha sido fuertemente criticado y muchas figuras del Partido Republicano han decidido alejarse de su mensaje y darle la espalda.
El gobernante ha enfrentado una ola de indignación por no haber condenado enérgicamente a supremacistas blancos, a miembros del Ku Klux Klan (KKK) y a los grupos neo nazis que protagonizaron una manifestación en Charlottesville, Virginia, el sábado en contra del retiro de un monumento al general Robert E. Lee, que luchó en la guerra civil por los Estados Confederados. Ese día, manifestantes se enfrentaron violentamente a grupos antirracistas.
La jornada acabó con una mujer y dos policías muertos y otros 20 heridos. Ese día, en vez de condenar a los supremacistas, Trump señaló que “muchas partes” eran culpables. A pesar de que el lunes intentó suavizar su mensaje, al señalar que “el racismo es malo” y que “aquellos que causan violencia en su nombre son criminales y matones”, el martes cambió de posición tras afirmar que “ambas partes” eran culpables.
Así, el Presidente republicano dijo que no “tenía dudas” de que la culpa estaba en “los dos lados”. “Tienes un grupo en un lado que es malo y tienes por el otro lado un grupo que también es muy violento y nadie quiere decir eso”, dijo. Según el mandatario, hay “muy buenas personas, de ambos lados”. El ex líder de KKK, David Duke, agradeció en Twitter las palabras de Trump. Pero muchos reprocharon su mensaje.
“Tenemos que ser claros. La supremacía blanca es repulsiva. Este fanatismo es contrario a todo lo que representa este país. No puede haber ambigüedad moral”, escribió en Twitter el líder de la Cámara de Representantes, Paul Ryan.
A su vez, el senador John McCain rechazó las palabras de Trump y señaló que “no hay equivalencia moral entre racistas y estadounidenses en pie para desafiar el odio y la intolerancia. El Presidente de EE.UU. debería decirlo”. Y, el tuit de Barack Obama se convirtió en el mensaje con más “me gusta” en la historia de Twitter (3,8 millones). “Nadie nace odiando a otra persona por su color de piel, su historia o su religión”, escribió, citando a Nelson Mandela. También los ex presidentes republicanos George H. Bush y George W. Bush señalaron que EE.UU. “siempre debe rechazar la intolerancia racial”.
Mientras Trump sorteaba esta tormenta, decidió disolver dos consejos consultivos empresariales después de que varios ejecutivos desistieran de integrarlos por los dichos del Presidente sobre la violencia en Charlottesville. Trump puso fin al Consejo sobre Industria, que sufrió un éxodo gradual de sus miembros desde el lunes en respuesta a lo de Virginia y al Foro de Estrategia y Política, cuyos integrantes renunciaron este miércoles en masa.
Los ejecutivos de grandes empresas como Under Amour, General Motors, Merk, Intel, entre varios otros, reaccionaron con indignación por las palabras de Trump. Kenneth Frazier, que dirige el gigante farmacéutico Merck, dijo que dejaba el Consejo sobre Industria en protesta por las declaraciones de Trump. “Como CEO de Merk y siguiendo el llamado de mi conciencia, considero mi responsabilidad tomar posición contra la intolerancia y el extremismo”, dijo Frazier, citado por France Presse.
También, el director general de Wal-Mart, Doug McMillon, dijo que “nosotros también sentimos que él perdió una oportunidad para unir a nuestro país al rechazar inequívocamente las acciones espantosas de los supremacistas blancos”. Y la presidenta de General Motors, Mary Barra, que formaba parte del Foro de Estrategia y Política, disparó: “Reforcemos los valores e ideas que nos unen y hablemos contra lo que nos divide”.
“Por cada CEO que abandona el Consejo de Manufactura, tengo muchos con los cuales ocupar su lugar”, respondió Trump.
Lo ocurrido en Virginia tiene su origen en la estatua del general Robert E. Lee, ya que en febrero la alcaldía votó a favor de remover el monumento al considerarla divisoria. Sin embargo, no ha podido hacerlo por la constantes manifestaciones.
El martes, un grupo de manifestantes ató una cuerda al cuello de una estatua de los soldados confederados en Durham, Carolina del Norte y la derribó. Y durante la madrugada del miércoles, la ciudad de Baltimore retiró cuatro monumentos en memoria de héroes confederados de la guerra civil.
Según cálculos del Southern Poverty Law Center, una organización de estudio del extremismo, citada por el diario El País, existen unos 718 monumentos confederados en EE.UU. y 109 escuelas públicas que llevan el nombre del general Lee u otras figuras de la guerra.