Emmanuel Macron completó este domingo la revolución electoral que comenzó hace un año cuando dejó el gobierno de Hollande, anunció que se presentaría a las elecciones presidenciales y creó su movimiento político. Una revolución que barrió con los partidos tradicionales, conquistó la Presidencia y, ahora, logró una mayoría absoluta abrumadora en la Asamblea Nacional (Parlamento) para llevar adelante su programa de gobierno, que incluye la renovación de la vida política y una batería de reformas.
La República en Marcha (Lrem) de Macron y su aliado centrista del MoDem conseguían tras la segunda vuelta de las elecciones legislativas de la jornada, entre 355 y 425 escaños, de un total de 577, muy por sobre los 289 de la mayoría absoluta, de acuerdo a las estimaciones de los diversos sondeos de opinión a boca de urna. Ese resultado, eso sí, sería una victoria inferior a los pronósticos previos que incluso le daban 470 diputados para la coalición macronista.
La otra gran ganadora de la jornada electoral era la abstención, ya que podría trepar hasta el 58%, casi siete puntos porcentuales en comparación con la primera ronda del domingo 11 de junio, cuando fue de 51,29%. Esto implicaría el nivel de abstención más alto desde 1958, cuando se llevaron a cabo las primeras elecciones legislativas de la Quinta República. La prevista victoria del partido del Presidente, junto con un desinterés creciente por la política, disuadió a muchos votantes de acudir a las urnas.
“Con la abstención, los electores dicen que se mantienen distantes respecto de las elecciones, dicen ‘sí, hoy somos favorables a la renovación, pero no hemos entendido necesariamente el proyecto de renovación de Emmanuel Macron”, dijo el analista Jean-Daniel Lévy, del instituto Harris Interactive, citado por la agencia France Presse.
“Obtenemos una mayoría clara, pero al mismo tiempo los franceses no han querido firmar un cheque en blanco”, comentó el portavoz gubernamental Christophe Castaner.
De todas formas estos comicios provocarán “la mayor renovación del elenco político desde 1958 y quizá desde 1945”, según el profesor de Derecho Constitucional Didier Maus, consultado por France Presse. “Se tiró todo lo que representaba un sistema anterior y se está intentando otra cosa”, explicó. De hecho, la mitad de los nuevos diputados no han ocupado nunca cargos electos y proceden de la sociedad civil, habrá muchos más jóvenes y mujeres, y una mayor diversidad étnica. Esto representa un desafío para Macron quien deberá lograr el orden y la fidelidad de los nuevos parlamentarios.
De la mano de una Asamblea Nacional ampliamente oficialista, Macron buscará promulgar tres proyectos de ley: uno sobre la moralización de la vida pública -en el combate contra los escándalos político-financieros-, otro para reforzar las medidas de seguridad contra el terrorismo y un tercero sobre la reforma del código del trabajo.
Macron viajará con este enorme respaldo electoral bajo el brazo a la reunión del Consejo Europeo, el jueves y viernes, en Bruselas.
Al contrario, los partidos de la oposición quedaron completamente disminuidos. Como segunda fuerza se situarán los conservadores de Los Republicanos (LR), quienes terminarían con entre 128 y 130 diputados. Los socialistas pierden la mayoría que tenían hasta ahora y obtendrían apenas entre 46 y 50 escaños. “Hoy, el derrumbe del Partido Socialista está fuera de duda. El Presidente de la República tiene todos los poderes”, dijo Jean-Christophe Cambadelis tras anunciar que se retiraría como líder del partido.
En tanto, el ultraderechista Frente Nacional (FN) crecería de dos a seis escaños. Su líder Marine Le Pen, quien pasó a la segunda vuelta presidencial junto a Macron, en mayo, obtuvo su primer escaño parlamentario. Sin embargo, se trata de una victoria amarga ya que el FN buscaba convertirse en el primer partido de la oposición: ni siquiera tendrá grupo parlamentario propio. El movimiento izquierdista Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon conseguía entre 10 y 30 escaños, entre los que se cuentan los del Partido Comunista.
Como marca la tradición, el primer ministro Edouard Philippe presentará entre lunes y martes la dimisión de su gobierno, después de lo cual se le encargará la formación de un nuevo Ejecutivo, con algunas variaciones.
“Los franceses prefirieron en su gran mayoría la esperanza a la cólera, el optimismo al pesimismo y la confianza a replegarse en sí mismos”, declaró anoche Philippe. Para el primer ministro, la mayoría “está unida detrás del gobierno para poner en obra” el programa de Macron. Pero “esta mayoría debe ser abierta y estar dispuesta a acoger a toda la gente de buena voluntad”.