El teléfono que cambió al mundo acaba de cumplir 10 años. Una década en que la tecnología ha avanzado enormemente y tiene aún mucho más con que sorprendernos.
El 29 de junio de 2007 salió al mercado en Estados Unidos el iPhone, con pantalla táctil de 3,5 pulgadas, cámara de 2 mp y conectividad a internet mediante wifi y Edge. “iPhone es un producto revolucionario y mágico que está literalmente cinco años por delante de cualquier otro teléfono móvil”, aseguraba Steve Jobs en aquel entonces del dispositivo que reunía teléfono, reproductor de música y acceso a internet y costaba 499 dólares.
Considerado el “invento del año” por la revista “Time”, fue reemplazado en 2008 por el iPhone 3G, que incorporaba además la App Store y GPS, aunque mantenía el tamaño y otras características del original.
Desde entonces han salido al mercado 15 versiones del iPhone: la primera generación, 3G, 3GS, 4, 4s, 5, 5c, 5s, 6, 6 Plus, 6s, 6s Plus, SE, 7 y 7 Plus. Se especula que este año será lanzado el iPhone 8 o el 10 (por el aniversario) aunque no hay confirmación desde Apple.
Lo que sí es un hecho indiscutible es que el iPhone marcó un hito en cómo usamos la tecnología. Siquiera el acceso a internet ha evolucionado enormemente gracias a la conectividad que permiten los smartphones, lo que ha democratizado el acceso a la información.
Miles de empresas han sido creadas y se sustentan en la existencia de estos dispositivos, desde las creadoras de aplicaciones (sólo en la App Store existen más de 2 millones), hasta las de servicios basados en los teléfonos inteligentes como Uber y similares, pasando por las productoras de carcasas, protectores de pantallas y otras decenas de los más diversos accesorios.
Gracias al salto hacia el futuro que significó el iPhone la conectividad se ha hecho cada vez más ubicua y ahora vivimos, para bien o para mal, tanto en el mundo real como en el digital. Una tendencia que sólo se incrementará en los años venideros con nuevas versiones del smartphone de Apple y sus competidores que podrían incluso dejar atrás el típico formato de pantalla rectangular reemplazándolo por gafas, relojes, pantallas flexibles, enrollables o proyectadas en holograma. En realidad, a medida que la tecnología real se aproxime cada vez más a la ciencia ficción, cualquier cosa será posible.