A un año del “18-O” los actores señalan que Chile tiene las herramientas necesarias para adecuarse a las nuevas realidades. El desafío está en la construcción de una ruta que contenga todas las miradas.
El “18- O” sin duda que quedará marcado en la historia como uno de los puntos claves del siglo XXI. Por un lado, la creciente desigualdad ( tercero a nivel Latinoamericano según la Ocde), pujado paradójicamente por un modelo considerado exitoso por parte de las elites.
Mientras que en la calle, en el día a día, la realidad poco y nada podía maquillarse con el filtro del exitismo numérico, de los cuales un porcentaje minoritario de la población podía disfrutar sin los bajos sueldos de la mayoría de los chilenos ( a modo de ejemplo, el 50% gana menos de $400 mil) , en un mercado laboral cada día más exigente, mientras las deudas que quitan el sueño a 11,5 millones de chilenos de tener ( 4,6 millones en estado de morosos).
De ahí que pocos hoy puedan soñar con una casa propia sin que signifique otra deuda para toda la vida. La poca sintonía de la clase política y frases como “compren flores” ( de un ministro), quedarán para siempre como un eco perpetuo en la memoria colectiva de las redes sociales y la construcción social a través de los libros, confirmando el poco tacto para la realidad chilena de estos años.
Es así como el movimiento iniciado tras el descontento de los estudiantes secundarios por el alza del pasaje, fue el inicio del denominado “despertar”, uno pocos días después llegó con fuerza a Concepción.
¿Qué se pedía en las calles? Algunas de ellas: sueldos, pensiones dignas ( el 80% es menor al salario mínimo) y una nueva Constitución.
El gobierno del Presidente Sebastián Piñera respondió con una agenda social, enfocándose en precisamente el sistema de previsión social, los salarios, la salud, energía, impuestos y administración pública.
Nada de ello convenció y el malestar tuvo consecuencias. El ministro Briones, en su momento, hizo un balance: US$ 3.300 millones en pérdidas por daños y la eventual pérdida de entre 100 mil y 300 mil empleos.
El seremi de Economía Biobío, Mauricio Gutiérrez, hace una distinción – como muchos lo hacen- entre las demandas sociales legítimas y los hechos de violencia.
“Se vio reflejado en el Imacec. En septiembre había un 3,28% e inmediatamente en octubre se registró un -3,36%. Luego en noviembre -3, 98 y en diciembre, prueba de lo fuerte que es el país, vino un repunte de 0, 77%”, detalló la autoridad regional.
En enero el indicador llegó a un positivo 1, 39% y en febrero volvía a caminar en 3,26%, similar al periodo previo a los desmanes.
“En la Región del Biobío para ir en ayuda de los pequeños comerciantes se ayudó con poco más de $ 2.600 millones, con cuatro programas de Sercotec y uno de Corfo.
Sin embargo, la llegada del coronavirus y sus consecuencias sanitarias tanto para la salud de las personas y el sistema económico, hizo nuevamente tambalear el Imacec con sus peores registros en décadas.
“En marzo la caída llegó a -3,47% y en abril a un estrepitoso -14,18%. El de agosto fue de -11,3%”, precisó Gutiérrez, quien asegura que una vez que todo se estabilice, el país y la Región volverán a funcionar como antes.
Cabe recordar, que el desempleo en la Región llegó al 10,2% ( con la pérdida de más de 100 mil puestos en 12 meses), en medio de múltiples mecanismos estatales (aumento de gasto fiscal) para detener el aumento de la desocupación y de prestar ayudan a las empresas que se veían obligadas a ocupar la Ley de Protección al Empleo.
A su vez, alrededor de 2.000 empresas en el Biobío han recibido más de $6.000 millones a través de instrumentos. Y se han tramitado, de acuerdo al seremi de Hacienda, José Manuel Rebolledo, al menos $450 mil millones en préstamos Fogape.
Por otro lado, a inicios de octubre 300 mil familias recibieron el quinto pago del Ingreso Familiar de Emergencia, alcanzando a más 700 mil personas, ha destacado el seremi de Desarrollo Social, Alberto Moraga. Sin olvidar los miles de Bonos de Clase de Media de $500 mil.
Desde el mundo privado, los nuevos ánimos en las calles a pocos días del plebiscito, preocupan. “A los privados se nos pide todo el empuje necesario para la reactivación. ¡Y estamos disponibles!, pero este ambiente de inseguridad es justo lo contrario que necesitamos en un país que quiere ponerse de pie”, opinó la presidenta de Irade, Patricia Palacios Mackay.
El presidente de la CUT Provincial de Concepción, Eloy Silva Inostroza, ha recalcado numerosas veces que se “debe planificar el Chile que se quiere construir”.
Y también ha dicho: “En tiempos de crisis siempre hay miedo. El primero es de vida o muerte por lo sanitario. También hay incertidumbre, porque nadie manifiesta un mensaje de esperanza, de trabajo conjunto para salir de esta situación. Entonces se van creando ciertos mitos y simbologías que pueden hacer dudar de ir a votar. Pero hay que entender que somos 18 millones de personas que tenemos una palanca para articular un nuevo Chile”.