Lo esencial es invisible a los ojos. La archiconocida frase de Saint-Exupéry –un cliché, alguien dirá– flota en el aire sin que nadie la pronuncie. Pero todos en la Oficina de Discapacidad e Inclusión de San Pedro de la Paz saben que es cierto.
Es miércoles en la tarde y lo único que se escucha en la sala principal del edificio es el sonido repetitivo de un punzón que perfora hojas de papel. Ahí Marcela Figueroa Cabrera (22) emplea sus horas para hacer que otros puedan ver más de lo esencial. Con manos hábiles, toma folletos, invitaciones, instructivos y documentos en general y los convierte al braille, el sistema de lectura y escritura táctil creado para personas ciegas. Ese material será distribuido a distintos puntos de la comuna, en especial a los organismos vinculados a la Dirección de Salud del municipio.
“Es un trabajo súper bonito, y es bueno rescatar el braille para que más personas ciegas aprendan a usarlo y puedan acceder a toda la información disponible”, explica Marcela. Ella aprendió la técnica a los 6 años de edad, con un profesor de educación diferencial en la enseñanza básica. Nació sin la visión, lo que en ningún caso le ha impedido de proponerse metas: “Si me preguntas si me gustaría ver, yo diría que no, porque sería un cambio de vida… a parte que he logrado todo lo que me he propuesto”.
A los 15 años dejó el núcleo familiar en una zona rural de Hualqui para terminar sus estudios en Concepción. Desde entonces hace todo sola. En 2018 se tituló por la Santo Tomás como Técnico en Trabajo Social y a partir de junio se desempeña en la Oficina de Discapacidad. Con su pionero trabajo, los consultorios, centros de salud y otras oficinas públicas comienzan a disponer de folletería para quienes no pueden leer de forma “normal”.
Andrea Arpide, encargada Comunal de la Oficina de Discapacidad de San Pedro, cuenta que la habilidad de Marcela Figueroa ha impulsado nuevos objetivos: talleres para enseñar el braille, quizás implementar una biblioteca totalmente en braille y masificar la elaboración de documentos y folletería en ese sistema de lectura. Una impresora braille cuesta cerca de 5 millones de pesos, un costo irrisorio frente a los beneficios que entregaría a miles de personas. La compra, sin embargo, dependerá de la buena voluntad de alguna empresa o persona dispuesta a hacer la donación.
“Marcelita llegó y empezamos con folletos, talleres de braille, y queremos llenar las estantes de las OIRS (Oficina de Informaciones, Reclamos y Sugerencias) con ese material”, dice Luis Navarrete, encargado de la parte administrativa de la oficina de Discapacidad de San Pedro. “Cuando llegue alguien, deberá estar el folleto; es un derecho de las personas ciegas”, agrega el ejecutivo.
En el mismo lugar trabaja José Durán Martínez, que ostenta los títulos de Comunicador Audiovisual y Trabajador Social. Hace 10 años perdió la visión en un accidente de tránsito y desde 2012 se dedica a promover el programa Chile Crece Contigo, cuya misión es acompañar, proteger y apoyar integralmente a niños, niñas y sus familias. “Es uno de los programas de protección a la infancia más grande del sistema chileno y me atrevo a decir que es el único caso en que Chile Crece se encuentra inserto en una oficina de inclusión de personas con discapacidad”, explica José Durán con la misma voz de locutor que utilizaba en radios de la capital del país hasta que sufrió el accidente. José usa un software lector de pantalla para ciegos y con ello recibe y escribe correos, informes e documentos para coordinarse con diferentes estamentos de la administración pública.
– Cuando veía, nunca quise un empleo como trabajador social. Ahora estoy feliz de ayudar. Yo soy discapacitado, conozco el tema desde adentro, y creo que una de las grandes deudas de Chile es con los discapacitados. Trato de aportar lo mío a personas que necesitan.
En la sala contigua, Marcela Figueroa sigue perforando papel en forma metódica. Cada hoja abre un mundo de oportunidades para otras personas. Entre un punto y otro en una regla que utiliza como matriz, anticipa el futuro: lleva tres años de estudio de violín y la meta es conducir una orquesta. Quizás un libro más adelante. Nuevos talleres para difundir y masificar la codificación en braille. Su ejemplo inspira y conmueve. Definitivamente, hay personas que ven lo esencial.