Las políticas públicas del Estado han logrado ser efectivas a lo largo de todos estos años frente a un escenario de contagio masivo, algo que incluso da espacio para hacer un paralelo o comparación con la reciente pandemia del Covid-19.
La tuberculosis es una de las enfermedades de más larga data e impacto en la historia de la humanidad. Hay registros de contagios a partir del siglo XVII con una fuerte alza en el siglo XIX en Europa, aunque también existe documentación sobre hallazgos sobre su progenitor genético en el 3.500 A.C.
Así, durante décadas fue una amenaza clara para la humanidad, cuestión que fue afortunadamente, perdiendo fuerza a medida del avance científico, tecnológico y sanitario.
En nuestra Región esto se ve de manera evidente.Según el último informe emitido por el programa de Tuberculosis de la Seremi de Salud, la enfermedad infecciosa que se transmite por el Mycobacterium Tuberculosis variedad humana, más conocido como bacilo de Koch, ha experimentado una baja importante al comparar los últimos años de un 21%.
María José Chandía, encargada regional del programa de Tuberculosis de la Seremi de Salud, detalló que en 2022 hubo 297 casos en la Región, cifra que en 2023 se redujo a 234 y, según las últimas mediciones de la cartera, que contemplan hasta fines del primer semestre, se han registrado sólo 131 infectados, de los que el 80% de los enfermos tienen una afección pulmonar.
En cuanto a la cantidad de personas que han fallecido producto de la enfermedad, que se transmite a través del aire, de persona a persona, también, según dijo, se ha reducido, “en 2022 se contabilizaron 27 casos, en 2023 fueron 20 y durante este año sólo son 7”.
Todo lo anterior, a primera vista, da cuenta de un escenario positivo considerando lo complicado de la enfermedad.
Al parecer las políticas públicas del Estado han logrado ser efectivas a lo largo de todos estos años frente a un escenario de contagio masivo, algo que incluso da espacio para hacer un paralelo o comparación con la reciente pandemia del Covid-19.
Pero, además, esto deja en evidencia otra cosa importante: el desarrollo del I+D en el área salud. Ha sido el desarrollo de antídotos y otras herramientas una pieza fundamental en el ejercicio y aplicación de las políticas consignadas, y donde laboratorios, profesionales, investigadores y casas de estudios juegan un rol principal.