El Ministerio de Hacienda ya proyecta los primeros cálculos de la reconstrucción tras los incendios forestales. De acuerdo al propio jefe de la cartera, Mario Marcel, el monto sería “algo superior a US$300 millones”.
Algo que a primera vista se dimensiona como una gran cifra, y es obvio, dado la magnitud de los hechos y los propios daños directos e indirectos que ha generado.
En detalle, el ministro Marcel, dijo que “el ministerio de Hacienda lo que ha estado haciendo es un estudio de una estimación del costo total de la emergencia, tomando como referencia la experiencia de 2017 y para ese efecto se ha estimado un costo por hectárea afectada por los incendios que incluye tanto los gastos mismos ligados al combate de los incendios, los gastos ligados a la reconstrucción y una serie de otros gastos directos vinculados a la emergencia”.
“Sobre la base de esa metodología es que se ha llegado a esta cifra algo superior a los US$300 millones”,resaltó.
Pero otra arista, sobre este tema, que ha rescatado Marcel, es la constitución del Comité Asesor destinado para el Fondo Nacional de Reconstrucción el que contempla beneficios tributarios para todos aquellos que generen donaciones.
Ante los medios y ante la propia CPC el llamado de Hacienda ha sido que los privados sean parte de este proceso, por medio del citado Fondo, lo que se puede materializar tanto en dinero como en obras.
“Esto corresponde a legislación de hace ya varios años atrás, se ha utilizado en otras oportunidades. Se utilizó en la época del terremoto de 2010 y básicamente lo que esto permite es que las donaciones que hagan privados, personas naturales, personas jurídicas, empresas u organismos internacionales o extranjeros para la reconstrucción, puedan ser descontada de impuestos (…) descontar el 50% de la donación directamente de impuestos y el otro 50% en el caso de las empresas, reconocerlo para efectos tributarios, esto significa que en cada una de esas donaciones hay un componente fiscal importante”. Por ello es que acá, nuevamente, se necesita un rol activo y protagonista del sector privado. Pero, también del Estado en su rol convocante. La sinergía de estos dos sectores debe ser una bandera única para poder llegar a buen puerto: el de la reconstrucción total tras la catástrofe.