Hay hijos/as, nietos/as y generaciones que aun no conocemos que, si logramos cambiar el trato medioambiental, de seguro, lo agradecerán.
Existe preocupación por la biodiversidad perdida a causa de los incendios de las últimas dos semanas.
Flora y fauna dañada en una extensión consumida que es histórica, en relación a los últimos años, casi 2 mil hectáreas.
En medio del complejo escenario medioambiental, con el paso de los días comenzó a aumentar la preocupación respecto de lo que pasará con los terrenos dañados y cómo se recuperarán.
Se habla de una restauración ecológica que privilegie especies nativas, de recursos hídricos que deben disponerse para la recuperación, espacios libres de vegetación -para evitar propagación-, entre otras medidas.
Lo que, por supuesto, requerirá una inversión que aún se desconoce.
También, desde el mundo de la agricultura, estiman que demorarían entre 6 y 8 años en recuperar cada hectárea quemada, con un costo aproximado de 10 millones de pesos.
El ministro (s) de Medioambiente, Maximiliano Proaño, se trasladó hasta Santa Juana, una de las zonas más afectadas por el fuego en Biobío, lugar donde se comprometió con la alcaldesa Ana Albornoz a realizar un plan de restauración ecológica, que enfrente la crisis climática y la pérdida de biodiversidad que generó la catástrofe.
Proaño destacó que casi la mitad de la superficie quemada, desde el Maule a La Araucanía, está en la Región y señaló que, pese a que aún están en etapa de emergencia, paralelamente trabajan en la evaluación de daños, tarea que están realizando con apoyo de Conaf, entidad que además está abocada al combate de incendios.
“La evaluación de riesgos es de aquí a marzo (…) aunque depende de cómo progrese la emergencia, para el fin de semana están pronosticadas alzas de temperaturas, tenemos que estar preparados para que no haya nuevos focos, controlar la emergencia y que no existan otros incendios”, dijo a Diario Concepción.
La tarea implicará, dijo la misma autoridad, una planificación mejor del territorio para que en las zonas pobladas existan áreas buffer, libres de vegetación, alejadas de las plantaciones forestales, así como que se disponga de recursos hídricos disponibles como piscinas y estanques para poder atenuar y estar mejor preparados para las emergencias como la vivida en Biobío.
Hay varias aristas abiertas a raíz de la catástrofe que se vivió en el Biobío.
Todas ellas, generan tareas indispensables que, para poder cumplirlas, se requieren voluntades y una inversión de recursos.
Durante años hemos oído sobre el cambio climático y, por lo visto, con las consecuencias vividas este verano, no tenemos más chances que intentar cambiar lo que hemos hecho hasta ahora, para intentar atenuar lo que venga a futuro. Hay hijos/as, nietos/as y generaciones que aun no conocemos que, si logramos cambiar el trato medioambiental, de seguro, lo agradecerán.