Los especialistas advierten que terminar con las listas de espera es un desafío que, al día de hoy, es inalcanzable. El foco no debe estar en el número de personas esperando, sino que en los tiempos de espera.
El sistema de salud chileno tiene hoy al menos 2 millones de personas en las listas de espera, cifra más alta desde que hay registro. Son personas con algún padecimiento y que están obligadas a aguardar por la provisión de una determinada prestación o grupo de prestaciones de salud, como consulta médica, examen diagnóstico o cirugía. Las infames listas de espera aumentaron en forma explosiva debido a la pandemia de Covid-19 tanto para enfermedades que cuentan con Garantías Explícitas de Salud (GES) como también en patologías No-GES. A partir de marzo de 2020, miles de pacientes se vieron compelidos a posponer la atención médica por miedo a contagiarse, y también porque el sistema de salud debió destinar parte de sus recursos hacia pacientes contagiados por el coronavirus.
Los números recién conocidos sobre las listas de espera muestran la insuficiente capacidad instalada para resolver las atenciones de salud. En pandemia hubo una evolución ascendente de los casos con esperas de más de 1 año para cirugías y más de 6 meses para las consultas y procedimientos más simples. En Biobío, un reportaje de este medio constató más de 35 mil cirugías pendientes producto de la pandemia. Esa era la realidad a julio de este año, pero con la menor demanda de camas críticas, en comparación al año pasado, se espera que el sistema disponga de mejores recursos para las intervenciones pendientes.
Los especialistas advierten que terminar con las listas de espera es un desafío que, al día de hoy, es inalcanzable. Distintos gobiernos han destinado grandes montos de recursos financieros, tecnológicos y humanos sin grandes avances. Por lo pronto la solución es reducir las listas a un estándar razonable, ético y justo, dicen desde el sector médico. Es decir, el foco no debe estar en el número de personas esperando, sino que en los tiempos de espera. Se requiere, por ejemplo, mayor énfasis en la atención primaria, puesto que un adecuado financiamiento incrementa las capacidades de atención a enfermedades crónicas que suelen convertirse en hospitalizaciones. También se habla de problemas de gestión en los centros de atención a salud, de ineficiencias y capacidad ociosa en los hospitales.
Hay cierto consenso en que es clave aumentar los recursos hacia la atención primaria y al desarrollo en las redes de centros comunitarios de atención de especialidad y de cirugía ambulatoria. Lo anterior asociado a una profunda reforma de gestión y de gobernanza en los prestadores de servicios de salud en Chile.