Editorial

El agua que se pierde en el mar

Si se desea extraer el agua de los ríos que desembocan en el mar, se debe tomar en cuenta tanto las necesidades sociales como naturales.

Por: Editorial Diario Concepción 28 de Septiembre 2021
Fotografía: Centro Ideal-Universidad Austral de Chile

Hay un mito popular bastante difundido según el cual la mayor parte del agua dulce de Chile se pierde en el mar. De hecho, hace algunos años, una conocida publicación orientada a la agricultura y ganadería destacó que “el 84% del agua (de los ríos chilenos) se pierde en el mar”.

Pero esa es una visión equivocada, pese a su amplia aceptación en distintas esferas públicas y privadas. El flujo de agua dulce hacia los océanos es parte del ciclo del agua, un proceso que aporta múltiples beneficios a la biodiversidad costera, determina las condiciones hidrográficas y oceanográficas necesarias para sustentar diversos hábitats, y transporta sedimentos y substancias esenciales para la productividad del océano, incluyendo carbono, nitrógeno, fósforo y sílice. Es decir, es parte fundamental para mantener el normal funcionamiento de los ecosistemas, dentro y fuera del agua.

El documental “RIO: Ríos influenciando al océano”, desarrollado por investigadores de las universidades Católica de la Santísima Concepción (Ucsc), de Concepción (UdeC), del Bío-Bío (UBB) y Austral de Chile (UACh), que será lanzado hoy, destapa esa creencia falsa muy extendida y que plantea que el agua dulce se desperdicia cuando desemboca en el océano. Y por ello los seres humanos tendrían derecho a usarla incansablemente.

Quizás la visión de que “el agua se pierde en el mar” no haga más que encubrir un problema no resuelto en un país con agua suficiente para su población y ecosistemas: la necesidad de perfeccionar la gestión de cuencas y la gestión de los recursos hídricos. Existe una distribución del recurso agua de forma muy desigual, lo que ha generado todo tipo de conflictos en la zonas de escasez.

Si se desea extraer el agua de los ríos que desembocan en el mar, se debe tomar en cuenta tanto las necesidades sociales como naturales. Esto se logra estableciendo un “caudal ecológico”, dicen los especialistas, de modo a mantener una cantidad suficiente de agua en los caudales para “el correcto funcionamiento de los ecosistemas, la preservación de los recursos biológicos y la biodiversidad, el aporte suficiente de nutrientes, la dilución de contaminantes, la disminución de los impactos causados por los eventos extremos y la preservación del paisaje”, detallan los investigadores de Cápsula Climática. La investigación científica aplicada es clave para encontrar soluciones apropiadas, en alianza con planificación territorial del agua y una legislación adecuada para ese recurso vital. De lo contrario, seguirán circulando tesis equivocadas sobre el recurso agua.

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