Editorial

Edadismo y gerontofobia: otras formas de discriminación

La discriminación por edad (el edadismo) contribuye a la victimización de quien la practica, dado que el discriminador de hoy será el discriminado de mañana. Aparte de la falta de empatía con los demás, el gerontofóbico compromete su propio bienestar futuro.

Por: Editorial Diario Concepción 05 de Agosto 2021
Fotografía: Cedida

Al menos 18% de los chilenos y chilenas conciben a las personas mayores como una “carga para la sociedad”, según el estudio “Edadismo: Imagen social de la vejez y discriminación por edad”. Chile figura entre los países con mayor porcentaje de personas con ese tipo de opinión. Además, el sondeo dejó en evidencia que el 33% de las personas mayores ha sentido un trato injusto por su edad en el sistema sanitario, y un 24% en los servicios públicos o municipios.

El párrafo anterior describe ejemplos de “edadismo” o “gerontofobia”, una forma de discriminación en función de la edad de una persona. Se entiende la discriminación como aquellos actos, prácticas y conductas que, basándose en características particulares, suponen un trato diferenciado hacia una persona, grupo u organización. El “edadismo”, el racismo y el sexismo son identificados como las tres grandes formas de discriminación en las sociedad occidentales. Estudios (Zizek, 2018) han demostrado que esa conducta discriminatoria está relacionada con sistemas económicos, es reforzada con ideas sesgadas que se agudizan en períodos de crisis de la seguridad social y de mayor gasto público.

En Chile se ha visto que la discriminación por edad es real y se ha extendido, basándose en estereotipos, prejuicios y mitos negativos acerca del envejecimiento. Lo contradictorio es que en Chile, como en muchos otros países, el envejecimiento demográfico es también una realidad. Por lo tanto, la discriminación contribuye a la victimización de quien la practica, dado que el discriminador de hoy será el discriminado de mañana. Es decir, aparte de la falta de empatía con los demás, el gerontofóbico compromete su propio bienestar futuro.

Acabar con esa realidad implica en varias iniciativas. Por un lado, el Estado debe otorgar a los adultos mayores un lugar destacado en sus políticas. A la vez, toda la sociedad debe estar involucrada, lo que requiere un cambio en la cultura occidental. El primero paso, acabar con los estereotipos: que los mayores no pueden actualizarse con tecnologías, que no pueden participar en decisiones que los involucran, que no “tienen edad” para un determinado comportamiento o práctica. Quienes interiorizan positivamente la vejez, dicen los especialistas, viven hasta 7.5 años más en comparación a aquellas personas con estereotipos negativos. Llegar a adulto mayor puede ser un privilegio que no todos alcanzan.

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