En abril Chile vivirá un proceso histórico: cuatro elecciones y, particularmente dos de ellas, inéditas. Junto con los comicios municipales, donde se elegirán alcaldes y concejales, la ciudadanía deberá votar por el primer gobernador o gobernadora regional, la futura máxima autoridad de cada región; y además, a los integrantes de la Convención Constitucional, instancia encargada de redactar la nueva carta fundamental que cimentará las bases de nuestra sociedad, dejando atrás el legado de 17 años de dictadura.
El gran interés mostrado por la ciudadanía, de ser partícipes de estos cambios, se acentuó el 26 de octubre del año pasado cuando, en medio de la pandemia, se volcó a las urnas para votar Apruebo o Rechazo, imponiéndose la primera opción. En efecto, la participación sobrepasó el 50% del padrón electoral, el porcentaje más alto desde que el voto es voluntario.
Lo anterior, no sólo hace pensar en una masiva concurrencia a los locales de votación en abril, sino también en aglomeraciones, considerando que en dos de los cuatro sufragios las opciones pueden superar los cincuenta nombres, por lo que no será sencillo ubicar en el papel una determinada preferencia. Es en este contexto que nace la idea de generar un día más de votación, el sábado 10.
La iniciativa, patrocinada por el Ejecutivo, se discute en el Congreso y ya obtuvo el apoyo del Senado, no así de la Cámara de Diputados, donde no alcanzó el quórum necesario para su aprobación, por lo que su futuro se zanjará en una comisión mixta, aún sin fecha de inicio.
Más allá de las opiniones que se pueda tener respecto a la idea, llama la atención algunos argumentos del debate legislativo, los que van desde el cuidado de las urnas, hasta dividir las votaciones, es decir, municipales un día; convencionales y regionales, el siguiente.
En medio de acaloradas intervenciones en el hemiciclo, al parecer se ha olvidado el espíritu inicial del proyecto, que la ciudadanía pueda concurrir con tranquilidad a las urnas, evitando aglomeraciones, sin miedo a eventuales contagios de coronavirus, más aún en tiempos que las cifras de casos están disparadas en varios territorios. En momentos que aún no se define el inicio del tercer trámite legislativo y a casi un mes de las votaciones, bien vale la pena recordar a los legisladores que toda idea puede ser buena, pero sin perder el norte.