El desafío de transformar a Chile en un país de lectores

27 de Abril 2020 | Publicado por: Editorial Diario Concepción
Fotografía: Pixabay

Tan importante como que la gente se acerque a la lectura, es que entienda, que comprenda lo que está leyendo. Y ahí también hay otra tarea importante que se debe abordar.

El informe de la Ocde “Education at a Glance 2018”, entregó datos categóricos sobre la comprensión lectora en Chile: sólo el 5% de los adultos con educación superior tiene un alto nivel, mientras que el promedio en este grupo de países alcanza un 21%. Un antecedente que se suma a los revelados por la investigación de la empresa alemana GFK, que en 2017 elaboró un estudio sobre la frecuencia en la lectura de libros, donde se entrevistó a más de 15 mil personas adultas de 22 países, entre ellos, Chile. Allí, un 59% de la población de otras naciones aseguró leer al menos una vez por semana, cifra que en el territorio nacional llegó al 40%.

Un diagnóstico a todas luces preocupante, que también se extiende a la población infantil. En 2018, el Ministerio de Educación informó que unos 158 mil niños y niñas de todo el sistema escolar, en promedio, terminan Primero Básico y pasan a Segundo sin un nivel adecuado de lectura para su edad o, incluso, sin saber leer. Además, que en Cuarto u Octavo Básico, la cantidad de alumnos que no entiende lo que lee es cercana al 50%. Según la prueba nacional de lectura aplicada ese año, en Segundo Básico, un 24% de los casi 255 mil niños no tenía las competencias mínimas de comprensión lectora.

En la contingencia que vivimos, leer no sólo puede ser considerada una gran manera de pasar el tiempo de ocio en el hogar, sino que también aparece como una herramienta obligatoria, considerando que la educación en línea permanecerá, al menos, un tiempo más.

Con los avances tecnológicos, el diagnóstico mostrado anteriormente seguramente avanza hacia cifras más alarmantes. Muchos niños y jóvenes se comunican constantemente vía redes sociales, donde en muchas ocasiones no se le da importancia a la ortografía ni tampoco a la calidad del mensaje que se busca transmitir. Esto atenta contra la necesidad de ir avanzando hacia convertir a Chile en un país de lectores ni siquiera por el tremendo aporte que leer le hace al desarrollo de una persona, sino por lo prioritario que resulta comprender lo que se está leyendo en todo orden de cosas.

Por eso, un importante desafío se plantea sobre todo para quienes se encargan de la formación en la primera infancia: profesores, planes de estudio y la labor de la familia deben encaminarse a lograr que niños y jóvenes lean más y comprendan qué están leyendo.