A la hora de escribir este editorial, el número de casos confirmados con el COVID-19 en Chile totalizaba 1.909, con 6 muertes. Cuando usted lea estas líneas, las cifras serán más altas. El número de casos confirmados ya es un problema, pero hay otro peor: no se conoce el número total de casos de COVID-19. Un caso confirmado es “una persona con confirmación de laboratorio de infección por COVID-19”, como explica la Organización Mundial de la Salud. Cuando algunos medios de comunicación dicen que informan el “número de casos”, no entregan información precisa. Lo que comunican es el total de casos con resultado positivo después de realizados los exámenes. Según la última actualización del Ministerio de Salud, en Chile se realizaron 26.639 exámenes para el COVID-19 y, de ese total, el 9% resultó positivo para el virus. Pero el número total de contagiados, se desconoce.

No hay forma de obtener ese dato, pero sí es posible proyectar el número de infectados a través de la tasa de crecimiento, es decir, con qué facilidad se propaga el virus. Oficialmente, la tasa de casos confirmados en Chile se duplica cada cuatro días. Las cifras oficiales, sin embargo, revelan que el número de casos confirmados ha crecido más de lo proyectado inicialmente.

Ello puede resultar en un gran problema. El peor escenario es que la tasa de infección crezca de manera acelerada. Cuando muchas personas se enferman en forma simultánea, sube el número de casos críticos y que requieren cuidados intensivos. No hay posibilidad de que los sistemas de atención a la salud puedan dar respuesta a una demanda explosiva de nuevos enfermos. No habrá recursos suficientes, ni médicos, tampoco personal de apoyo, fármacos o aparatos de respiración artificial. En ese terrible escenario, más personas morirán debido a la imposibilidad de recibir tratamiento.

Que la curva de crecimiento de la actual pandemia sea más o menos pronunciada depende de que todos y todas cumplamos con el distanciamiento social. El encierro en los hogares, las barreras sanitarias y las cuarentenas no son populares. Pero garantizan mayores posibilidades de no infectarse y no infectar a los demás. Hacen que la curva de propagación sea menos pronunciada y, en consecuencia, manejable por los servicios de salud. Es clave ganar tiempo, mientras los investigadores buscan un medicamento que elimine el COVID-19