Predecir el comportamiento de propagación de una enfermedad es clave para que las autoridades tomen decisiones informadas. Es ahí dónde la ciencia juega su rol decisivo.
Hace dos meses, el Coronavirus era una preocupación lejana, estaba concentrado en China y existía solamente un par de casos aislados fuera de ese país. Al final del mes había 10.000 casos en China y 129 fuera. Luego, se activaron brotes en Corea del Sur, Italia, Alemania y España. Hoy, hay casos confirmados en todos los continentes. En pocas semanas, se convirtió en una emergencia internacional de salud pública, para, finalmente, ser declarada como pandemia global, con cerca de 200 mil infectados y casi 6 mil muertos en todo el mundo.
El ritmo de avance de la enfermedad es diferente en cada país. Japón, Hong Kong, Singapur han visto crecer las infecciones paulatinamente desde enero. En otros países como España, Francia o Alemania, los casos se dispararon muy rápido. En China, el brote fue explosivo en casos confirmados y en muertes, pero también fue el país con la curva de aprendizaje más rápida. A raíz de las medidas implementadas, China dio por superado el pico de transmisiones de Coronavirus y ha anunciado que la epidemia está bajo control.
Predecir el comportamiento de propagación de una enfermedad es clave para que las autoridades tomen decisiones informadas. Es ahí dónde la ciencia juega su rol decisivo. A través de modelos matemáticos es posible predecir dónde podría ir el brote, qué tan rápido podría expandirse y qué medidas de control serían las más efectivas. El británico nacido en la India Ronald Ross fue pionero en esa materia, que tuvo el aporte posterior del alemán Klaus Dietz y muchos otros investigadores. En palabras simples, los modelos consideran un número de reproducción básico (o simplemente R0) que representa el número promedio de personas que un individuo infeccioso contagiará en una población determinada. Ross es recordado por la identificación del vector transmisor de la malaria, por los métodos matemáticos para comprender la dinámica de la epidemia y por las medidas dictadas por los ingleses en la India británica, que eran vistas con recelo e incluso rechazo por los habitantes de las aldeas.
Es decir, las herramientas para detectar y controlar epidemias y pandemias existen hace décadas. Pero la aplicación del conocimiento a la solución de los problemas requiere de una comunicación constante entre todos los actores de la sociedad.