Editorial

Violencia visible a nuestros oídos

Debería provocar -al menos- severa preocupación si como sociedad validamos argumentos sobre la responsabilidad de las mujeres en la violencia de la cual han sido víctimas.

Por: Editorial Diario Concepción 05 de Marzo 2020
Fotografía: Agencia UNO

Mucho se ha dicho y escrito sobre la violencia en todas sus formas. Se ha abordado desde la perspectiva de la filosofía moral, política, del derecho, de la historia y hasta de la biología y otras ciencias. Entre todas sus variantes, hay un tipo de violencia que no suele figurar en el debate público: la violencia del lenguaje, menospreciada en su importancia y subestimada en sus efectos.

El lenguaje no sólo transmite información. Tiene otras ocupaciones: consolar, animar, persuadir, como también intimidar, amenazar, insultar. En consecuencia, el lenguaje moldea el pensamiento e induce a estados de ánimo. Pueden ser un puente de entendimiento o un obstáculo para llegar a acuerdos, con buen juicio, prudencia, reflexión, sensatez y responsabilidad.

En breve, las palabras importan. Y la violencia en el lenguaje puede instalarse al interior de las familias, en las relaciones laborales, como también en los espacios públicos e instituciones de toda índole. Puede ocurrir en las palabras de una autoridad política, lo que de alguna manera legitima otros tipos de violencia en una sociedad.

Las palabras importan y, si proferidas en el momento inoportuno, pueden destruir, en un instante, lo que se ha construido con un esfuerzo y dedicación. La violencia no sólo se reduce a aquellos actos violentos visibles a nuestros ojos, sino también a aquellos que empiezan a ser visibles a nuestros oídos. Es decir, dejamos huella en el otro con nuestras acciones y con nuestras verbalizaciones.

Es por ello que la desafortunada declaración de una autoridad de gobierno, respecto a los abusos que han sufrido las mujeres, obliga no sólo a la reflexión, sino a la acción inmediata. Debería provocar -al menos- severa preocupación si como sociedad validamos argumentos sobre la responsabilidad de las mujeres en la violencia de la cual han sido víctimas. Hemos permitido -y estamos permitiendo- que la violencia verbal se infiltre en el lenguaje cotidiano, sin hacernos cargo de las consecuencias. Siquiera se trata de una violencia de manera subrepticia en el lenguaje, sino que explícita y para todo el país. Hoy son palabras al viento, pero mañana pueden ser ideas. Lo que mañana son ideas, al día siguiente pueden ser actos que podríamos lamentar. La historia está repleta de ejemplos.

Etiquetas