La amenaza humana a la biodiversidad

17 de Octubre 2019 | Publicado por: Editorial Diario Concepción
Fotografía: Archivo | UdeC

La biodiversidad está en peligro, hay posiciones militantes, por un lado y por otro, un llamada a la mesura, que llega a ser, en no pocos casos, una negación de la errónea manera como nuestra especie ha estado, sobre todo en los últimos dos centenios, administrando al mundo.

El lenguaje de la ciencia está cada día más cercano a lo cotidiano, un proceso que resulta en la introducción de nuevos conceptos que han pasado a ser propios de la realidad inmediata, como puede ocurrir con la palabra biodiversidad, cuyo significado, sin embargo, no tiene para muchos implicancias críticas, puede entonces ser considerada sólo como una condición imprecisamente favorable de protección a las especies del mundo vivo, como opuesto al concepto negativo de su disminución y eventual exterminio.

Por eso, es preciso reflexionar con más profundidad acerca de la importancia de la biodiversidad y de los peligros a que está sometida, es asunto que ha provocado posiciones militantes, por un lado y por otro, un llamada a la mesura, que llega a ser, en no pocos casos, una negación de esta posibilidad, que se ve como una clara amenaza a la manera como nuestra especie ha estado, sobre todo en los últimos dos centenios, administrando al mundo.

Para un creciente colectivo de personas, de todos los ámbitos, se está haciendo evidente que, como una consecuencia del crecimiento insostenible, guiado por intereses particulares y políticas de Estado a corto plazo, es ya posible constatar sus efectos; una contaminación sin fronteras, el cambio climático y la degradación ambiental, como fenómenos que conforman una situación de emergencia planetaria.

Lo que preocupa, muy seriamente, es la posibilidad de una catástrofe que arrastre a la propia especie humana. Para la ciencia, los números son de suficiente magnitud y elocuencia; se extinguen entre diez mil y cincuenta mil especies por año. Según Edward Wilson, uno de los creadores del término biodiversidad, anualmente desaparecen veintisiete mil especies, lo que supone setenta y dos diarias y tres cada hora, es decir, la pérdida, cada año, del uno por mil de todas las especies vivientes.

No es sencillamente una situación contable, el sencillo registro de lo que se pierde, es la evaluación del impacto de poner, aunque sea parcialmente, la homeostasis planetaria en peligro, es decir, de un equilibrio de la biosfera que podría derrumbarse si se continúa rompiendo los eslabones de esa cadena.

Según esta teoría, con creciente, aunque no definitiva evidencia, en la Tierra existen varios ciclos homeostáticos que involucran factores climáticos, químicos, geológicos y biológicos, algunos de ellos son la regulación de largo plazo de las temperaturas globales por organismos fotosintéticos, en el cual tienen un papel fundamental los bosques, el mantenimiento en los océanos de la salinidad relativa y de los microorganismos acuáticos, la habilidad de la vida para crear rutas eficientes de reciclaje para los nutrientes presentes en cantidades limitadas y de los cuales depende, y del fitoplancton marino, el cual funciona como núcleo de condensación de nubes y puede actuar como un termostato en el nivel global.

Es evidente que la desaparición de una especie repercute en otras, la desaparición de flores, elimina abejas y la de estas, la posibilidad de polinizar y la disminución, por ejemplo, de la producción de frutas.

Sin necesidad de convicciones rayanas en el fundamentalismo, tenemos que aprender a respetar el orden de la casa, la ecología, aunque definitivamente, esto signifique cambiar nuestras expectativas de aumento productivo, terminar de convencernos que la condición de sostenible es imperativa.