Demasiados estudiantes chilenos faltan a clases
23 de Mayo 2019 | Publicado por: Editorial Diario Concepción
Las cifras permiten resumir que 1 de cada 3 estudiantes, es decir, 900.000 niños, falta a clases más de un mes al año, medio millón de estudiantes en 2018 arriesgaron repitencia por ausentismo.
No parecía necesario, por lo obvio, volver sobre este asunto, insistir sobre la asistencia a clases, una suerte de ley no escrita que en el interior de cada curso suele separar los buenos estudiantes de los malos, los que llegaban a la hora, los atrasados y los que no venían, en este último caso, situación reservada para enfermedades graves o problemas serios en la familia.
Bien puede ser un reflejo de cambios que afectan al conjunto de la sociedad, a una posible condición de nueva asignación de valores. La inasistencia a clases ha tocado las alarmas estadísticas, sobre todo, al momento de dimensionar sus impactos negativos, el hecho escueto es que cerca de un tercio de los estudiantes del sistema escolar faltó más de un mes a clases el año pasado, lo que convierte al ausentismo crónico en un problema central para la equidad del sistema escolar en Chile.
Para poner en contexto el eventual impacto de esta situación, hay que dejar establecido las consecuencias probadas; el ausentismo puede generar repetición de curso, abandono escolar y dificultad para relacionarse con sus pares, entre sólo algunas de las posibilidades, como puede ser el establecimiento de un círculo vicioso de alejamiento, un antecedente a la deserción escolar, no sólo de las rutinas del avance académico, sino además de la inclusión a pleno derecho y potencial a la sociedad o del mundo del trabajo, en términos aún más prácticos.
Las cifras permiten resumir que 1 de cada 3 estudiantes, es decir, 900.000 niños, falta a clases más de un mes al año, medio millón de estudiantes en 2018 arriesgaron repitencia por ausentismo. Los estudiantes que faltan un 10% a clases, lo cual equivalente a 20 o más días al año, son considera dos ausentes crónicos y están en riesgo educativo. Esto tiene consecuencias irreversibles en el desarrollo de niños y niñas, tanto en el aprendizaje como en el desarrollo psicosocial.
En este parámetro de cumplimento con las obligaciones escolares, como es la asistencia a clases, se puede establecer cuatro categorías: asistencia destacada, es decir, el estudiante asiste al 97% o más de las clases; asistencia normal; entre un 90% y 97%; inasistencia reiterada, entre 85% y 90% e inasistencia grave, 85% o menos. En estas dos últimas categorías, ambas amenazantes para el correcto desempeño curricular, la Región del Bío Bío exhibe un 14,7% y 12,1% de inasistencia reiterada y grave, respectivamente.
De acuerdo con la información provista por el Ministerio de Educación, esta situación afecta de manera más importante a los estudiantes de menor nivel socioeconómico y a los jóvenes que estudian en educación media técnico-profesional. La información sobre educación parvularia actualizada aún no está disponible, pero mediciones anteriores han detectado niveles sobre 60% de ausentismo crónico en prekínder y kínder, y cifras mayores en jardines infantiles.
Desde el Gobierno se ha enunciado diferentes programas e iniciativas para mejorar estas cifras preocupantes, pero, al mismo tiempo, detrás de cada una de estas cifras subyace un factor de permisividad o indiferencia de los padres, a lo cual se añaden naturalmente otras circunstancias socioeconómicas o geográficas, o incluso climatológicas. Así, además de los adecuados soportes de Estado, hay algo fundamental e histórico en la voluntad de las familias para asegurar la buena educación de sus hijos.