Pensar que lo que suceda en el mar no tiene influencia sobre la tierra es absolutamente imposible. La conclusión más obvia es que el mar es un determinante mayor del comportamiento del planeta en general y de nuestro país, en particular.
Siempre se ha dicho que Chile tiene más mar que tierra y aun así nos falta entender qué significa tener tan extensa costa, ser uno de los países más largos del mundo, mirando al mar. Con 4.300 km de longitud, Chile continental totaliza 755 776,4 km², más sus territorios insulares que le agregan otros 320 km², sin contar la Antártica. Por otra parte, la zona económica exclusiva o «mar patrimonial», tiene una superficie total de 3. 681. 989 km²
Mirando desde más lejos, nuestro planeta tiene una superficie de 510 millones de kilómetros cuadrados, de los cuales sólo 155.000 son de tierras, todo el resto: 355 millones de kilómetros cuadrados es mar. El punto es que llegar a pensar que lo que suceda en el mar no tiene influencia sobre la tierra es absolutamente imposible, pensar que su influencia es marginal es igualmente irreal. La conclusión más obvia es que el mar es un determinante mayor del comportamiento del planeta en general y de nuestro país, en particular.
En términos elementales, además de estar en el vital ciclo del agua, los mares regulan el clima, y proveen nutrientes indispensables para la vida, alimentos para muchas especies, entre ellas la nuestra, si se le daña no queda sistema alguno que no sea afectado, la más de las veces gravemente, sin embargo, hay todavía empresas y personas que han elegido subestimar los impactos que sobre esa masa de agua salada tienen determinadas actividades de los hombres.
Hace un par de años tuvimos una visita científica estelar, aunque por lo mismo, no todos supieron y al no saber, quedaron aparte de sus advertencias, se trató de Sylvia A. Earle, llamada “Living Legend” por la Biblioteca del Congreso de EE.UU., una oceanógrafa, exploradora, e investigadora de fama internacional de primera magnitud.
Desde la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas de la Universidad de Concepción, hizo una declaración de sorprendente humildad “Hemos aprendido tanto en todo este tiempo, pero…solo se conoce el 5% de los océanos”, una conclusión con particular significado al ser emitida por una persona con más de 50 años dedicados a la investigación y a la promoción de iniciativas para crear conciencia sobre la importancia del océano en nuestras vidas.
Como suele ser, estas reflexiones de la experta podrían haber sido sólo interesantes, pero cuando se refiere a situaciones concretas, ocurriendo aquí mismo, en el mar de Chile, uno de sus recursos patrimoniales más importantes, es mejor dar una segunda mirada y volver a escrutar, con el mayor rigor posible, si estamos haciendo lo que corresponde.
Efectivamente, la Dra. Earle había recorrido las costas chilenas en 1965 y un par de años más tarde entabló amistades duraderas con científicos de nuestro país, entre ellos el Dr. Víctor Ariel Gallardo, académico de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas.
Las noticias no son alentadoras, especialmente para nuestra región, además de la contaminación, que afortunadamente ha ganado espacios suficientes en la agenda como para prohibir las bolsas plásticas, está la pesca ilegal, cultivo de especies foráneas, o el abuso por sobre las cuotas de captura. Es cierto que la economía regional tiene demandas comprensibles, pero estas deben ajustarse a la sustentabilidad, transferir este convencimiento transversalmente es un desafío ineludible, no como una letanía declamatoria, propia del Mes del Mar.