Las deudas aumentan a tal grado que para el 69% de los chilenos es difícil, o muy difícil, poder salir de las deudas que ha contraído, para agravar esa situación, el 25% vuelve a tomar un crédito para pagar uno anterior.
La nueva encuesta “El Chile que viene”, realizada por Cadem, sale al paso de una de las características en incremento de los chilenos, a la tradicional tendencia a aparentar, se agrega la pérdida de temor a que los costos de proyectar una imagen mejorada excedan por mucho las ventajas relativas de ese ejercicio social. Por tanto, lo que este estudio revela, es que las deudas aumentan a tal grado que para el 69% de los chilenos es difícil o muy difícil poder salir de las deudas que ha contraído, para agravar esa situación, el 25% vuelve a tomar un crédito para pagar uno anterior.
La encuesta, que implicó la realización de 1.612 entrevistas, entrega información preocupante; el 76% de los chilenos declara estar endeudado y el 42% dijo estar excesivamente o bastante endeudado, de esa manera, 8 de cada 10 millennials, generación X y boomers, 41% de la generación Z, especialmente entre 18 y 21 años, ya declara estar endeudado, así, las nuevas generaciones entran al mercado laboral ya endeudadas con una casa comercial, banco o con algún familiar, por diversos motivos, pero con mayor frecuencia por compras en las grandes tiendas (42%), educación (40%) y compras o pagos del día a día (38%).
Tradicionalmente, las deudas de las familias chilenas eran para la adquisición de una vivienda, para costear la educación de los hijos o para enfrentar alguna situación catastrófica de alguno de sus miembros, pero las cifras que muestra esta encuesta sugieren gastos de otro orden, con más clara tendencia consumista, así, las principales fuentes de endeudamiento son las tarjetas de crédito con casas comerciales (53%), seguidas por las tarjetas de crédito bancarias (34%), los préstamos familiares (25%) y créditos de consumo (25%).
No hay duda alguna que la posibilidad de contraer deudas ha permitido a muchas familias acceder a más bienes y mejores servicios, pero también a muchos gastos que no guardan relación con las entradas de la familia o de la auténtica necesidad de emplear recursos, como puede ser vacaciones onerosas, o gastos desmedidos de variada naturaleza, la satisfacción, muchas veces efímera, de tales gastos contrastan con la generación de preocupación, tensión o angustia, toda vez que en muchas oportunidades se recurre a otros préstamos para resolver moras pendientes, un recurso que utiliza uno de cada cuatro de los encuestados.
Un estudio realizado por el portal ChileDeudas analizó las cifras de morosidad que presentan los chilenos con el uso de tarjetas de crédito en los últimos años. Los valores indican que 4,5 millones de compatriotas viven con deudas impagas, números que se justifican entendiendo que desde 2017 al 2018 aumentó al doble la morosidad con crédito, un ejecutivo de la entidad advierte “en promedio, los chilenos tienen cuatro tarjetas de crédito por persona endeudada, lo que es una práctica altamente nociva en términos financieros, ya que en cada plástico se cobrarán intereses y comisiones asociadas”.
Resulta difícil cambiar un forma de vivir, toda vez que las circunstancias muchas veces a obligan a hacer gastos mayores al poder adquisitivo. Sin embargo, tiene que haber espacio para la austeridad, recobrar la ponderación que pudo haber sido uno de los baluartes de la clase media chilena, una nueva reflexión para cambiar los plazos y las prioridades, una reflexión que la prisa contemporánea ha dejado de lado.