La institución es parte de la comunidad. Como ella misma, ha aprendido a superar sus dificultades y ponerse de pie ante las catástrofes y la adversidad que han golpeado a la ciudad, sin faltar a sus compromisos fundacionales, a la defensa y fomento del desarrollo libre del espíritu.
Hay todavía espacio para buscar nuevos antecedentes en los tiempos que vieron nacer la Universidad de Concepción y saber cómo se genera esta idea, que se atribuye a personas, o a instituciones. Posiblemente, como suele ocurrir, se trata de un proceso largo y persistente, una idea que acumula fuerza por la interacción de un subconsciente colectivo, la maduración de un propósito que se hacía cada vez más urgente por la situación histórica y sociopolítica de la ciudad y la Región, una suerte de masa crítica de voluntades.
La primera reunión de vecinos con ese objeto, fue convocada por el Dr. Virginio Gómez Gonzales y se efectuó en los salones del Club Concepción el 17 de marzo de 1917, con la asistencia de diecisiete personas. En parte de su alocución, el Dr. Gómez expresa; “El espíritu de centralización empieza a desaparecer y si alguna ciudad de provincias se proyecta a dotar secciones universitarias, Concepción, por numerosas razones ha de ser preferida a todas las demás”. Esta reunión sirvió de prólogo a la sesión fundacional del 23 de marzo del mismo año.
La diversidad de los convocados en esa oportunidad resulta ilustradora de la intención de lograr la más amplia representatividad de la comunidad penquista, “se hizo llegar invitaciones a los representes de todas las entidades políticas y sociales” En las Actas Fundacionales se enumeran; abogados, médicos, representantes de los gremios de artesanos y mutualistas; educadores, parlamentarios, alcaldes, agricultores, agrónomos, periodistas, empleados públicos, sacerdotes, filósofos, ingenieros, así como poetas, empresarios, arquitectos, escritores, comerciantes, científicos y un marino, eran parte de este grupo, con edades comprendidas en el rango de 22 y los 69 años, y que pertenecían a instituciones locales tan variadas como la Orden Masónica, la Iglesia Católica, el Poder Judicial y la Administración Pública.
La solicitud de personería jurídica, aunque respaldada por el Ejecutivo, no prosperó ese año, ni el siguiente, se obtendría solo en un día como el que hoy se celebra, el 14 de mayo de 1920. En el cual se decreta la concesión de la personalidad jurídica y se aprueban los estatutos de la corporación denominada Universidad de Concepción. Sin embargo, el año anterior, a inicios de 1919, se había decidido, ante la falta de respuesta de las autoridades centrales, matricular a los primeros estudiantes en las carreras de Química Industrial, Dentística, Farmacia y Pedagogía en Inglés, con mucha más fe y compromiso que recursos.
Así se empieza a escribir la historia de la Universidad centenaria de Concepción, entrelazada con acontecimientos de la historia nacional, con capítulos de conflicto, de pobreza, lucha y crecimiento, con dolor y optimismo. La institución es parte de la comunidad, física y espiritualmente. Como ella misma, ha aprendido a superar sus dificultades y ponerse de pie ante las catástrofes y la adversidad que han golpeado a la ciudad, sin faltar a sus compromisos fundacionales, a la defensa y fomento del desarrollo libre del espíritu. Ha cumplido su primer siglo, sorprendida en otro momento de su existencia y preparada para enfrentar con éxito un futuro que, a diferencia de su primer siglo, llega con mayor velocidad, la Universidad de Concepción seguirá aquí, en la ciudad que la vio nacer, pero proyectada, además, al resto del país y al mundo.