Tenemos diferencias notables con los países desarrollados, una de ellas puede ser su capacidad de hacer obras con visión de futuro remoto y anticiparse con tiempo a cambios que para todo el mundo son inevitables.
No ha llegado el momento de poner orden en el debate y lograr así concretar las propuestas y adoptar una política, por esa razón el tema del Metro integrado con el sistema de transporte del Gran Concepción continúa siendo una fuente de inspiración para cualquiera que, haciendo uso de su capacidad de imaginar, busque las alternativas más peregrinas, con argumentos, a veces, de llamativa superficialidad. El tema es entonces todavía opinable y mientras así se encuentre, podemos dejar pasar el tiempo, hasta retomar este atractivo asunto en alguna otra fecha oportuna, la próxima década.
Tenemos, es sabido, diferencias notables con la mentalidad de los países desarrollados, siendo una de las principales la capacidad de éstos para hacer obras con visión de futuro remoto y anticiparse con tiempo a cambios que para todo el mundo son inevitables. En la medida de lo posible se evita procrastinar y en cambio, asumir las tareas, aunque sean complejas y onerosas.
Un ejemplo es la ciudad de Brisbane, Australia, de muy rápido crecimiento. Temprano, en los años 2.000, avizoraron que el transporte y el tiempo empleado para ese propósito era un problema creciente. A inicios de segundo decenio, en abril de 2011, se dio inicio a unas obras que durante los siguientes cuatro años fueron perfilando un nuevo horizonte de calidad de vida para Brisbane, con el resguardo de producir el menor impacto posible en el hábitat local, de tal manera que no se alteraron los Jardines Botánicos, el cementerio de Toowong, un conjunto de interés histórico artístico, ni zonas verdes, vecindarios, áreas de ocio o el Brisbane School, dando cuenta del respeto a la integración paisajística de la zona en el proyecto.
El 31 de mayo de 2015, más de 20.000 personas recorrieron a pie los 4,6 kilómetros del túnel, bautizado como Legacy Way, un túnel que desde entonces cruzan 20.000 conductores a diario y que ha convertido a la capital del estado de Queensland, en una ciudad más sostenible, limpia y apacible.
Lo más importante es, sin embargo, como precedente para proyectos similares en cualquier parte, que para mejorar la convivencia con el entorno durante los cuatro años de trabajo, se tomaron una serie de medidas adicionales, por ejemplo, se dispuso una nave acústica para disminuir el ruido generado durante los trabajos de excavación. Además, la colocación de una cinta de evacuación de material de más de medio kilómetro de longitud evitó más de 180.000 viajes de camiones llevando escombros a un depósito cercano, medida esta última que impidió la emisión de más de 1.000 toneladas de dióxido carbono, una reducción drástica de la contaminación acústica en la zona y la disminución de afecciones a las personas y a la vegetación local por polución y polvo. Hay que hacer, por supuesto, como siempre se hace, las adaptaciones a la realidad local, talvez no tan rápido, a lo mejor con medidas de atenuación más modestas, aunque suficientes, pero esta modalidad de construcción cambia el concepto tradicional que una obra de esta envergadura convierta, necesaria e inevitablemente, a un sector importante de la ciudad en una gran e invasiva trinchera, por otra parte, la población del Gran Concepción será otra en los casi veinte años que transcurrirían, dado nuestras rutinas, desde aceptar la idea de un Metro y terminar ese proyecto, que parece más difícil de lo que es, dada nuestra poca experiencia en pensar en grande.