Es todo un avance que las autoridades hayan expresado un mayor convencimiento sobre el potencial de este proyecto, no solo por salir al paso de un problema de conectividad y transporte que realmente no tiene otra opción mejor, sino por dar una rotunda señal de descentralización.
Tiene muchas caras la descentralización, una de ellas es la posibilidad de diferenciar con relativa facilidad el discurso vacío y la intención sincera, el primero ha plagado los medios, alocuciones inspiradas y oportunistas que ven en este proyecto país y la demanda local como una plataforma de lanzamiento para sus propias carreras políticas o funcionarias. El Metro penquista es una de esas pruebas ácidas, que permite separar con la mayor premura los oradores de los gestores comprometidos.
Seguramente es una historia más larga, pero en el pasado próximo se puede aludir a un estudio confeccionado por Ferrocarriles del Sur, dado a conocer en 2017, que ofreció el primer argumento sólido para plantear el proyecto de un metro para Concepción. El dato que sorprendió a muchos, incluso a los más optimistas, fue que el análisis de prefactibilidad que mostró un 6,67% de rentabilidad social en caso de que se ejecute, factor del peso suficiente como para observar esta iniciativa con harta mayor atención.
Quien aparece como proponente, aportando información relevante para la discusión que ya ha empezado a establecerse, fue la Cámara Chilena de Construcción, buscando ser oídos por las autoridades de gobierno lo cual resulta en el movimiento “Muévete por un metro”, el año recién pasado, integrado por autoridades locales del Gran Concepción, ONGs, universidades e integrantes de la sociedad civil que se unieron al desafío, con el fuerte compromiso de este medio
A fines del año pasado, el Ministerio de Transportes puso paños fríos a la construcción en el corto plazo de un metro en el Concepción metropolitano, que permitiría hacerse cargo del traslado de los usuarios del Biotrén hacia la ciudad, con la razón que la gente de las regiones conocen demasiado bien; hay otras prioridades y otras soluciones, a lo cual se agregan, infortunadamente, pero también de modo pequeño, algunos otros actores locales que deciden darle largas al proyecto y declarar que faltan estudios serios, contemporizando el inicio de un proyecto que, si se iniciara ahora, tendría por delante cerca de 15 años para verlo concretarse.
A los penquistas les interesa el Metro, las comunas vecinas también tienen una oportunidad de acortar sus tiempos de viaje, de modo cómodo, seguro y democrático, no puede haber vuelta atrás, el Metro es solo una cuestión de tiempo, mientras antes se asuma que es así, menos tiempo vamos a perder, más rápidamente se podrá incorporar a esta red, potencialmente creciente, las comunidades vecinas.
Es todo un avance que las autoridades hayan expresado un mayor convencimiento sobre el potencial de este proyecto, no solo por salir al paso de un problema de conectividad y transporte que realmente no tiene otra opción mejor, sino por dar una rotunda señal que la descentralización sí tiene una oportunidad, que otra ciudad en este país tiene la posibilidad de incluir una obra de esa envergadura.
Como hemos vivido estos entusiasmos otras veces, para verlos esfumarse una vez retiradas las cámaras, es conveniente establecer los compromisos, ante un escenario volátil, como en este caso, donde se ha observado sorprendentes cambios de opinión en plazos muy breves. El metro está para quedarse, la historia de esta ciudad está a la espera de los nombres de aquellos y aquellas que sean capaces de asumir un compromiso que demanda entrega y visión de Estado.